¿Era ella simplemente su responsabilidad?
—Zane, siento que no importa lo que haga, me tratas como si no existiera, y por más ansiosa que esté, no consigo encontrar un lugar en tu corazón —dijo Lana.
Lana yacía en la cama luciendo débil, pero el dolor en su cuerpo no era nada en comparación con las frías palabras de Zane.
Lana no podía entender a Zane. Le daba esperanza un segundo y luego decepción al siguiente. Y cuando había perdido completamente la esperanza, él de repente reaparecía y le daba calor.
Esto hacía que Lana estuviera muy cansada.
—Duerme un poco más. Los anestésicos acaban de desaparecer, pronto vas a sentir mucho dolor —dijo Zane.
—Vete a casa primero. Tu presencia me duele más —respondió Lana.
—Es bueno que sepas lo que es sufrir —Zane ignoró por completo la solicitud de Lana mientras iba a empacar sus cosas y preparaba una tina de agua para que se lavara la cara.