—¡Entonces, me la juego! —Erin respondió con determinación.
¡Jugársela!
Erin usó tal palabra temeraria.
—Nunca permitiré que pierdas esta apuesta —prometió Chad—. Las palabras que te he dicho siempre serán válidas.
Erin enterró su cabeza en los brazos de Chad y él la sostuvo fuertemente.
Chad parecía duro por fuera, pero por dentro era tan apasionado como cualquier otro:
—Lo siento, no creo que tenga la paciencia para esperar más. ¡Quiero casarme contigo de inmediato!
Tan pronto como confirmaron que se casarían, Erin se dirigió al Hyatt Regency para entregar su renuncia. Aunque a Chad no le importaba que ella trabajara para los Mos, ella era extremadamente consciente de ello.
Cada vez que pensaba en cómo Chad se quedaba solo e indefenso, inconscientemente culpaba a los Mos. Así que, no había manera de que pudiera seguir trabajando para Lila.
