La reacción del pequeño tonto sorprendió al Príncipe Heredero de Song.
De hecho, había querido engañar al pequeño tonto y luego tomar la oportunidad de salir de este lugar. No esperaba que el pequeño tonto estuviera tan alerta.
—Tienes el físico de un Dios de la guerra dorado —dijo calmadamente el Príncipe Heredero de Song—. Puedes mantenerte orgulloso entre tus pares en el mundo.
—No me halagues. De todos modos, tengo que matarte hoy porque mi hermano dio la orden de matarte.
La ingenuidad de Luke Yates parecía haber vuelto. Los cadáveres yacían esparcidos por toda la última planta del edificio. Todos ellos fueron asesinados por la lanza dorada del pequeño tonto, quedando solo vivo el Príncipe Heredero de Song.
Una vez que acabara con él, la misión del pequeño tonto estaría completada.
El Príncipe Heredero de Song no parecía tener miedo de su inminente muerte. Caminó directamente hacia el pequeño tonto y dijo:
