Una sonrisa apareció en los labios de Braydon Neal, como si hubiera encontrado algo divertido.
—¿Yash Wonka quería que él, el Rey del Norte, se disculpara?
¡Debería saber que el Rey del Norte nunca estaba equivocado!
¿Quién se atrevía a aceptar la disculpa del Rey del Norte?
¡Aquellos que la aceptaran definitivamente morirían!
Braydon suspiró. —Dejemos todo lo demás a un lado. Pedirme disculpas significa que estoy equivocado. Me temo que él no se atreverá a aceptar esta disculpa.
—¿Crees que tengo miedo? Hoy, no solo quiero que te disculpes, sino que también quiero que te arrodilles. ¡De lo contrario, no te dejaré ir!
Con el apoyo del mercado, el tono del astuto dueño del puesto se volvió cada vez más arrogante.
Por otro lado, la mirada de Yash era solemne. Sintió que el joven vestido de blanco ante él no parecía estar bromeando.
¿Qué pasaría si se disculpara?
Bajo la atenta mirada de todos.