Las 108 figuras claves de la raza estaban todas presentes, sus miradas fijas en Braydon Neal con respeto.
Algunas de ellas, sin embargo, miraban al pequeño tonto con dientes apretados y puños cerrados, como si quisieran derribarlo.
—Hermano, ¡tengo un poco de miedo! —murmuró Luke Yates, parado detrás de su hermano y tocando nerviosamente la gaita dorada en su cintura.
Incluso el pequeño tonto, que usualmente era intrépido, podía sentir la hostilidad en la sala.
Braydon se encontraba frente a la puerta del palacio con una expresión impasible.
¿Estas personas querían ostentar su poder?
Era de esperarse.
De repente, Chadwick Neal se levantó de su asiento, su túnica negra irradiando un aura imponente.
Al levantarse él, lo hicieron también todos los demás, sus expresiones volviéndose serias.
La presión invisible hizo que el pequeño tonto se encogiera detrás de su hermano.
Braydon permaneció imperturbable.
Con una poderosa ráfaga de aura, afirmó su dominio.