Trevon parecía comprender la situación y sonrió. —Mi cultivo alcanzó el reino del corazón santo el año pasado. Puedo vivir 50,000 años. ¡Perder mil años no es nada!
—Cuando eras joven, solía llevarte a jugar. Siempre que nos encontrábamos con tu madre, ella me lanzaba esa mirada de desaprobación. Ahora que he perdido mil años de mi vida, ¡definitivamente me matará! —Braydon Neal se rió con amargura, sabiendo exactamente lo que le esperaba en casa.
Los dos caminaban lentamente, sin saber que ya habían sido notados al regresar.
—Llevas tanto tiempo merodeando en la puerta. ¿Desprecias esta casa? —Una voz fría resonó: era Heather Sage.
—¿Por qué siento que el cultivo de mamá es más alto que el tuyo, papá? —Trevon Neal murmuró suavemente.
—Su impresión del alma ya se ha recuperado. Es normal que su cultivo me supere —explicó Braydon.