El hombre en la armadura roja entrecerró su aguda mirada, su ceño se frunció mientras exigía —¿No te instruí que no me molestaras sin motivo?
Fuera de la morada de madera, alguien había llegado silenciosamente, portando noticias —Señor Yarbro, la última directiva ha sido emitida por la Sede del Cosmos.
Respetuosamente, la persona presentó una piedra negra, su superficie grabada con una impresión de información y sellada de manera segura.
Solo Bidal Yarbro, en su armadura carmesí, poseía la autoridad para acceder a su contenido.
Intentar forzar su apertura desencadenaría un borrado automático de la información—una salvaguarda contra el acceso no autorizado.
Con un gesto, Bidal indicó al mensajero que se retirara, su expresión perpleja.
La llegada de una orden desde el cuartel general insinuaba acontecimientos importantes.
Alzó la piedra, rompiendo su sello con un movimiento rápido.