—Tercer Hermano, contacta al Jefe y a los demás. Hoy, ¡pondremos fin a Kylo! —El tono de Constantine Siegel era gélido, su determinación inquebrantable.
Incluso ahora, Konnor Lombardo insistía en discutir los asuntos internos de Kylo.
Constantine y Fredrich Truitt habían venido únicamente por Braydon Neal y Trevon Neal, pero Kylo les impedía intervenir.
Trevon había sufrido tres meses de tortura, su linaje del camino celestial drenado, su vitalidad extinguida, todo sin recibir justicia de Kylo.
¿Y ahora se atrevían a provocar a Constantine y sus compañeros?
¿Realmente creían que los trece discípulos del Mar de Espíritu temían a Kylo?
Las manos de Fredrich se movían rápidamente, formando un sello mientras sus dedos danzaban, conjurando una fuerza invisible que se coalescía en un espejo circular que parecía ondas de agua.
Dentro del espejo yacía una oscuridad sin límites, sugiriendo una cámara oculta desprovista de vida.