A lo largo de un día entero, Braydon Neal se embarcó en un despiadado ataque, exterminando sistemáticamente a todos los individuos casi divinos.
Su misión era clara: eliminar cualquier amenaza para sus hermanos menores.
Una vez completada su sombría tarea, Braydon desapareció en un abrir y cerrar de ojos.
No podía permitirse permanecer en la Ciudad Real Zunde por demasiado tiempo.
Acelerando, Braydon no perdió tiempo.
En cada avistamiento de una reunión de bestias demonio, él atacaba sin vacilar.
Con un movimiento de su mano, una luz brillante descendió del cielo—una escalofriante luz de espada, cortando el espacio mismo.
Braydon había heredado el legado espacial de la Torre Estrella, dominando las artes elusivas del espacio y el tiempo en gran medida.
La afilada luz de espada dejaba un rastro de cadáveres a su paso mientras Braydon se dirigía de vuelta a la pequeña montaña.