Aparte de su talento para las tonterías, Luke Yates parecía destacar en todo lo demás.
Sin embargo, a los ojos de su hermano mayor Braydon Neal, este pequeño tonto era probablemente la mejor elección.
Al salir Braydon, con dos sables de batalla negros firmemente agarrados, el rugido distante del dragón de escamas plateadas resonaba implacablemente.
Claramente podía percibir la formidable presencia de Braydon desde lejos; los instintos de las bestias eran realmente agudos.
Frente al peligro, poseía una conciencia innata diferente a la de la gente común.
—Tonto humano, ¿te atreves aún a provocarme? —las palabras del dragón de escamas plateadas tenían un tono humano, indicando las repetidas provocaciones del pequeño tonto.
¡No solo una vez, sino múltiples veces!
Mientras tanto, bajo la guarida del dragón, a mil metros bajo tierra, un joven cubierto de polvo cavaba diligentemente un agujero, planificando un asalto sigiloso al dragón de escamas plateadas.