—Su destino pende del equilibrio de la suerte —comentó el joven diabólico, frunciendo el ceño.
—Esto es verdaderamente una prueba de vida o muerte para él. Aún es tan joven, pero está enredado en asuntos mundanos. Si puede cortar esos lazos, puedo guiarlo hacia el Mar de Espíritu. Allí, estará fuera del alcance de cualquiera —suspiró, añadiendo.
—Incluso los fantasmas saben que los grandes éxitos divinos nunca regresan del Mar de Espíritu —murmuró Gideon Zavala.
—El Mar de Espíritu tiene sus propias leyes —continuó el joven diabólico con un suspiro.
—¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados y verlo ser golpeado hasta la muerte? —La mirada de Gideon atravesó a Constantine Siegel mientras le cuestionaba.
—Si perece, ¿qué harás? —respondió Constantine con calma, levantando su mano izquierda para invocar una bola de luz plateada.
—Eres verdaderamente generoso —exclamó Gideon, asombrado.