La niña de un año temblaba de miedo, lágrimas corrían por su pequeña cara.
Mientras tanto, el niño pequeño se mantuvo compuesto, observando en silencio.
Heather Sage sacudió suavemente la cabeza, reconociendo el peligro inminente.
—Un pináculo soberano viene por mí. No puedes detenerlo. Vete —instó, su voz teñida de urgencia.
Isaiah Cooper era un pináculo soberano.
Él se mantuvo firme en su resolución.
—Entrégame a esos niños y concederé a Su Alteza un paso seguro —declaró con indiferencia.
—¿Son las sectas o las familias poderosas las que amenazan el futuro de mis hijos? —La pregunta de Heather era suave, pero cargada de significado.
Braydon Neal tenía una autoridad sin rival, pero su cenit ya había sido establecido.
Nadie se atrevía a desafiarlo directamente.
Sin embargo, con la aparición de su heredero legítimo, el equilibrio de poder se tambaleaba precariamente.