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En comparación, ¡se consideraban bastante ordinarios!
Dentro de los confines de la Pequeña Ciudad Divina, la gente cabalgaba bestias espirituales hacia la ciudad antigua, y algunos incluso volaban en bestias espirituales voladoras.
Ahora bien, en cuanto a Braydon Neal, paseaba con apenas un mono blanco, dando la impresión de un dueño de mascotas casual.
¡Parecía mucho más común!
En la puerta de la ciudad, en lugar de un flujo constante de personas entrando y saliendo, había puntos de control donde los oficiales recogían piedras espirituales de aquellos que entraban.
Para ganar entrada a la pequeña ciudad divina, uno tenía que desembolsar diez pequeñas piedras espirituales, sin excepciones.
De lo contrario, se denegaría la entrada.
Tres entradas esperaban a los visitantes: una para que los lugareños regulares hicieran cola, otra para carruajes y la tercera era un carril verde sin complicaciones.
Sin embargo, las tarifas de los dos últimos eran notablemente más altas.
