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El desierto estaba lleno de peligros y debían mantenerse alejados de las bestias espirituales de sexto nivel y superiores.
A este ritmo, Braydon Neal y el pequeño tonto tardarían al menos un año en llegar a la ciudad antigua.
Sin embargo, este viaje servía como una forma única de cultivo —un entrenamiento riguroso y exigente.
Aunque no había competencias directas con sus pares, los adversarios de Braydon eran las bestias espirituales al acecho en el desierto.
Cada encuentro era una oportunidad para perfeccionar sus habilidades.
Con la llegada de la noche al desierto, Braydon y Luke excavaron una cueva en una pequeña colina, sellando su entrada.
El viento arreció con el inicio de la noche, y los espíritus de varias bestias espirituales cobraron vida en la oscuridad.
Muchas de estas criaturas preferían cazar bajo la cobertura de la noche para saciar su hambre.
Braydon adoptó una postura con las piernas cruzadas, cerró los ojos para dedicarse al cultivo.