Gary empezó a llorar, ya que la felicidad comenzaba a abrumarlo. Después de todo, su sueño era convertirse en caballero. Al ver esto recordé que, al fin y al cabo, Gary sólo tenía cinco años. Aunque a menudo actuaba con más madurez para su edad.
Mientras Gary se alejaba del escenario, nuestras miradas se cruzaron. Rápidamente se secó las lágrimas y me hizo un pulgar hacia arriba. Nunca antes lo había visto actuar así y, honestamente, no sabía cómo responder.
Un par más de concursantes hicieron el examen antes que yo, terminando con el mismo resultado que los contendientes anteriores. Gary era el único que había aprobado hasta ahora.
Me tocó subir al escenario, y mientras avanzaba para tomar mi posición frente a la muñeca, los aldeanos empezaron a hablar.
—Es él, el chico maldito.
—¿Oíste lo que le pasó a su padre?
—¿Cree que puede llegar a ser caballero?
Sus palabras no me importaban porque en ese momento, solo tenía un objetivo en mente. Saqué mi espada y la sostuve en mi mano, listo.
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Wilfred y Barnado estaban sentados uno al lado del otro discutiendo sobre los concursantes del pueblo.
—Parece que solo habrá uno de este pueblo —comentó Barnado.
Justo cuando Barnardo había pronunciado esas palabras, algo pareció llamar la atención de Wilfried. Era el chico que estaba subiendo al escenario.
—¡El chico tiene el cabello rojo! —exclamó Wilfred saltando de su asiento.
—Ah, sí, y así marca al quinto —dijo Barnado poniendo su mano en el hombro de Wilfred para calmarlo.
Delbert estaba ahora en la rotación de evaluar a los candidatos. No pensaba mucho en el pueblo o la gente común y nunca sospechó mucho de ellos.
Cuando Ray apareció en el escenario con su cabello rojo, pudo ver a Wilfred emocionarse desde el rabillo del ojo. Esto solo enfureció más a Delbert. Él no creía en la llamada profecía. Creía que todos los caballeros debían provenir de un trasfondo noble, ¿cómo podría el héroe venir de un pueblo como este?
Con Ray firmemente sosteniendo la espada en su mano, Delbert pudo ver la confianza que tenía. Al activar la muñeca, Delbert decidió hacer algunas modificaciones. Fue detrás de la muñeca y susurró.
—Nivel 3.
A diferencia de con los otros concursantes, la muñeca comenzó a moverse hacia Ray. La muñeca rápidamente corrió con sus piernas de madera a toda velocidad.
—¡Delbert, cómo pudo! —exclamó Wilfred.
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Delbert pensó que si la profecía era cierta y esta persona estaba destinada a ser nuestro salvador, entonces esto debería ser una tarea fácil para alguien tan grande.
La muñeca siguió avanzando hacia Ray hasta que el golpe estuvo a centímetros de su cara. De repente, se pudo ver una cabeza de madera rodando por el suelo. La muñeca se detuvo en seco.
Ray había balanceado su espada tan rápido que nadie pudo verlo. Solo los tres caballeros de Roland habían visto la magnífica velocidad de Ray.
Una vez que la noticia de la enfermedad de su padre llegó a los oídos de Ray —en preparación para el próximo examen—, Ray decidió cazar algunas bestias de nivel básico más. Había obtenido algo de cristal y ahora sus puntos habían alcanzado 36 en comparación con los 7 que tenían antes. Ray sintió como si hubiera tomado el control de un cuerpo completamente nuevo.
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Al pasar el examen, los caballeros nos dijeron a Gary y a mí que nos despidiéramos de nuestras familias y empacáramos nuestras pertenencias. Sabía que esto iba a suceder ya que mi padre me había informado que una vez que aprobabas el examen, comenzarías de inmediato.
Me dirigí a casa para recoger algunas cosas. Honestamente, no tenía mucho ya que no me importaban las cosas humanas —nada de esto significaba algo para mí—. Antes de salir, fui a la habitación que ocupaba mi padre.
Lo vi acostado allí, repitiendo las mismas palabras sobre las sombras.
—Papá, aprobé el examen de caballero. Sé que probablemente no puedas escucharme... pero encontraré una manera de hacerte mejorar.
Mientras decía esas palabras, mi padre dejó de hablar por unos segundos. No sabía si era mi imaginación o no, pero una leve sonrisa parecía asomarse en su rostro. Mi padre todavía estaba luchando desde adentro.
Salí por la puerta principal para despedirme de mi madre. Las lágrimas de mi madre no habían parado desde que se enteró de la buena noticia. Siempre había sido una preocupada.
—Ray, quiero que te lleves esto contigo antes de irte —me entregó un colgante circular azul y procedió a ponérmelo alrededor del cuello—. Es una reliquia familiar, con suerte, te dará buena suerte como lo hizo conmigo —dijo.
Con mi despedida a mis padres hecha, me dirigí al carruaje en las afueras del pueblo. Estaba feliz de finalmente dejar este lugar de una vez por todas. No tenía muchos buenos recuerdos de este pueblo. Los pocos que tuve con mi familia y Amy ahora se habían convertido en malos.
Cuando llegué al borde del pueblo, los tres caballeros estaban sentados en sus caballos esperando. Dentro del carruaje, pude ver que Gary ya estaba sentado adentro. Rápidamente me acerqué al carruaje y me subí, eligiendo un asiento lejos de Gary.
Cuando el carruaje se alejaba del pueblo, miré el paisaje por última vez.
Habían pasado 3 horas desde que dejamos el pueblo con Gary, y todavía no nos habíamos dicho una palabra el uno al otro. El silencio me estaba matando. Siendo yo el adulto, decidí romper el silencio primero.
—Entonces, ¿qué pasó con Amy? No la vi por ahí, ¿te lo dijo?
—Ella fue a la academia Roland, ¿no te lo dijo?
—¡La escuela de magos! —exclamé levantándome.
En todas las veces que habíamos hablado, nunca había mencionado que tenía habilidades mágicas.
En medio de nuestra conversación, el carruaje se detuvo repentinamente.