—¿Cuántos años han pasado? —se preguntó Ray mientras se sentaba solo en una habitación que él mismo había creado. Comenzó a pensar en el Dragón Krad y todo lo que había sucedido con la Sombra.
En medio de estos pensamientos, se pudo escuchar el sonido de un llanto. Cuando miró hacia abajo, vio algo que parecía una papa gorda con extremidades.
—Chico, sé que solo quieres atención, pero no tengo idea de lo que quieres —dijo Ray mientras comenzaba a mecer lentamente sus brazos hacia atrás y hacia adelante intentando calmarlo.
—¿Puedes balancearlo suavemente, por favor? Es un bebé. Si se te cae de las manos, ¿qué crees que le sucederá? —dijo Sylvia, molesta.
—Bueno, él es mi hijo, así que al menos debería sobrevivir a una caída desde esta altura —bromeó Ray.
Tomando al bebé de los brazos de Ray, Sylvia decidió llevarlo a alimentarse antes de que vomite por tanto meneo.
«Esta cosa de ser padre es difícil» —pensó Ray.