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Ver la gigantesca bola de fuego iluminar toda la ciudad provocó aún más pánico en los ciudadanos. No podría haber sido otra cosa que una poderosa bestia. Ningún humano podría lograr algo tan grande. Los últimos que habían decidido quedarse en la ciudad habían cambiado de opinión y trataban de irse lo más rápido posible.
Sin embargo, salir del pueblo no era una tarea fácil. Solo había dos entradas a la ciudad construida bajo tierra, y esto había causado largas colas en ambos lados. Además, no había suficientes trabajadores ni caballeros para mantener el orden en todo el caos, ya que habían sido llamados a lidiar con el problema en la casa de subastas.
Una gran multitud de personas se había reunido en cada una de las salidas cargando todas sus pertenencias. Continuaron empujándose y golpeándose como si sus vidas dependieran de ello.