Cuando Raquel fue llevada lentamente al escenario, el miedo se podía ver y sentir en sus pasos. Sus piernas débiles apenas levantaban las pequeñas cadenas pesadas mientras las colocaba una delante de la otra. Al dar un paso hacia adelante saliendo de la cortina trasera y comenzar a caminar hacia el escenario, sus piernas temblaban como locas y parecía que iba a tropezar en cualquier momento.
—Vamos, tú eres la estrella del espectáculo —el subastador dijo con una sonrisa que le puso los pelos de punta. Ella siguió caminando hacia adelante, recordando el dolor que le habían infligido detrás del escenario. Se preocupaban por no dejar marcas visibles en su cuerpo, pero eso no importaba para Ray.