De pie sobre los muros de la ciudad de Roland había varios guardias apostados. No muchos, porque Roland confiaba en los orbes para defenderse de cualquier criatura poderosa que pudiera aproximarse.
Aun así, los guardias eran necesarios en caso de que hubiera un ataque de otro reino o la plaga sombra. Aunque esto nunca fue una preocupación principal para la ciudad, Roland estaba ubicada en el centro del reino, por lo que si el reino de Alure era atacado, las fronteras serían notificadas primero.
Pero mientras el guardia miraba hacia la distancia, veía un extraño espectáculo adelante.
Parecía que una pequeña nube negra se movía a gran velocidad hacia ellos, pudo haber sido nada pero por si acaso el guardia decidió investigarlo. En el muro había unos cuantos telescopios grandes colocados a lo largo del mismo. Los telescopios eran alimentados por un cristal de bestia y un círculo mágico y les permitían ver a una gran distancia.