Aunque Van dijo que se haría cargo de Blake, Ray no tenía mucha confianza en él. Con solo mirar a Van, Ray podía notar que tenía miedo. Su cuerpo entero temblaba y parecía que sus rodillas se iban a doblar en cualquier momento.
Pero esta era una novedad para Ray, alguien que era claramente más débil que él había decidido pararse frente a él e intentar protegerlo. Los dos ni siquiera se conocían bien.
—Ja, que risa, ¡y ahora el bicho raro cree que puede hacer algo! —gritó Blake—. Supongo que ha pasado mucho tiempo desde que te recordé lo que habías hecho hace un año.
Entonces Blake comenzó a moverse hacia adelante a una velocidad increíble.
—¡Hora de recordarte quién eres, bicho raro! —Luego, Blake agarró la cabeza de Van con una mano y empujó su cabeza hacia el suelo—. Es hora de mostrarte el infierno.