El grupo se aventuró por la escalera hacia la oscuridad. Afortunadamente, cada uno de ellos había preparado un cristal de luz de antemano gracias a que Lilly los había informado. La escalera descendía profundamente bajo tierra y Gary no pudo evitar temblar.
—¿Qué pasa, no puedes estar asustado, verdad? —dijo Lilly intentando molestar a Gary.
—No es eso, pero este lugar me recuerda a un sitio en el que estuve antes y no me gusta ni un poco.
De repente, Jack comenzó a olfatear el aire a su alrededor, lo que significaba que había captado el olor de algo inusual.
—¿Qué le pasa a ese hombre? —se quejó Keke.
—Huelo algo que no pertenece aquí —dijo Jack.
—¿Qué eres, un perro? —respondió Keke.
—Cerca —dijo Jack sonriendo.
Keke decidió dejarlo así, pensó que el grupo de personas de Ala Roja eran todos unos raros.
—No me preocuparía demasiado. Viste la entrada, estaba completamente sellada, dudo que haya algo vivo aquí abajo —dijo Lilly.
