Después de buscar en la habitación durante media hora, nadie pudo encontrar algo que se pareciera a una entrada o salida, por lo que todos se volvieron a reunir junto a la estatua. Ray seguía mirando fijamente a la estatua tratando de descubrir por qué el personaje se veía tan familiar para él.
—Oye, ¿crees que Ray esté enamorado? —Dan susurró a Monk—. Lleva mucho tiempo mirando esa estatua.
Entonces Martha se acercó por detrás de los dos y los golpeó en la cabeza.
—Dejen de molestar, ustedes dos.
De repente, escucharon un grito en una de las esquinas de la habitación.
—¡Maldición! tiene que haber una entrada en algún lugar.
Cuando el grupo se giró para ver quién era, resultó que el ruido venía de Gary. Gary parecía estar más frustrado que todos los demás.
—Bueno, ¿debemos regresar? —Slyvia le preguntó al grupo.
Ray señaló a la estatua.
—Debajo de la estatua, hay otra puerta.