Todavía tenían un día entero antes de que empezara el duelo y quería ver a las bellezas de este lugar. De camino a la zona interior pude ver mujeres bestias con orejas de conejo y gato. Quería mucho tenerlas entre mis brazos y jugar con esas orejas y colas. También vi elfas que no estaban nada mal. Las elfas tenían un aire de superioridad que les daba un encanto único.
De momento decidí primero ir a mi mansión. Como noble superior tenía que tener un terreno dentro de la capital real para las ocasiones importantes. No podía darme el lujo de permanecer en una posada.
Esta mansión era algo parecida a la del territorio solo que a menor escala. La familia solo lo usaba cuando necesitábamos venir a la capital y estaba cuidada por algunos sirvientes leales.
Al llegar fuimos recibidos por un anciano con mostacho completamente blanco y un monóculo.
- Bienvenido joven maestro. Espero que su estadía sea de su agrado.
En los recuerdos de Merlín este hombre se llamaba Lucas y era miembro de una familia de sirvientes que ha servido a la familia por generaciones.
Asentí ante las palabras de Lucas quien nos dio un recorrido por la mansión y nos mostró nuestras habitaciones. Lamentablemente me tuve que despedir de Alejandra ya que tuvo que ir al castillo.
Mi cuarto era el más grande y elegante de la casa con una cama King size en todo el centro de la habitación. A igual que la mansión original del territorio no tenía duchas obligando a las sirvientas a bañarnos. Solo ahora entendía por qué Alejandra estaba ansiosa por vender el servicio de instalación de tuberías.
Sintiendo curiosidad recorrí la mansión viendo a las sirvientas de la casa. Tristemente ninguna llamó mi atención. Ninguna de estas criadas valía la pena para tomarlas para mí.
Durante mi recorrido vi a Doménica en el jardín viendo las flores. Viendo su gran trasero no pude evitar acercarme a ella y acariciar esas suaves nalgas que solo saben provocarme.
- ¡KYA!
Doménica se estremeció ante mi toque. Pensando que era alguien desconocido se volteó y su mano se movió para cachetearme.
Atrapé la delicada mano de Doménica aún en el aire y la acerqué a mi abrazo.
- Al parecer te has vuelto rebelde. Mereces un castigo por ser una niña muy mala.
Mi vara se estremeció amenazando con romper mi pantalón. Doménica también la sintió sonrojándose al instante.
Las pocas criadas en la casa nos miraban desde lejos.
- Ese es el nuevo marques. Luce muy guapo ¿No crees?
- Si. ¡Estoy tan celosa! ¡Quiero hacerlo con él, aunque sea una vez?
- ¡Golfa! ¡Él será mío! ¡Si esa tipa puede yo también y me convertiré en la esposa del marqués!
- ¡Ja! ¡Estás loca! ¡Él me estuvo viendo hace un momento atrás! ¡Sí alguien se convertirá en su esposa entonces seré yo!
En el castillo Alejandra fue llamada ante la presencia del rey. Sin dudarlo ella fue a conocer a su padre.
- Padre. Tú hija está de regreso.
Alejandra se arrodilló ligeramente mientras recogía las puntas se sus vestidos haciendo un saludo elegante. Al alzar la mirada se encontró con un viejo hombre delgado cuyo cabello y barba eran completamente blanca, sobre su cabeza reposaba una corona de oro y todo su cuerpo estaba cubierto de túnicas rojas y bordados dorados.
- Me enteré que te fuiste sin permiso a la tierra de tu prometido. Sabes, me sorprendió mucho cuando recibí tu carta pidiendo un compromiso, no podía creer que mi hija la más fría de todas se hubiera enamorado de alguien.
El aura del rey cambió por completo pasando de ser gélida a cálida en cuestión de segundo. Antes de que pudiera continuar hablando Alejandra lo detuvo.
- Padre, te pido que canceles el evento de mañana.
El rey miró fijamente a su hija. Antes ni siquiera se habría preocupado por el bienestar de un hombre.
*Suspiro
- No puedo hacer eso. Debes de saber la razón detrás de esto…
- Lo sé padre. ¡No me parece justo que tenga que arriesgar su vida para poder estar conmigo!
- Muchos nobles han estado detrás de ti durante años. He recibido innumerables cartas de matrimonio solo hacia ti. ¿Crees que esos nobles se quedaran quietos? ¡Esta es la única manera en que puedo darle a ese chico un estatus decente!
Alejandra no pudo evitar pensar en las palabras de su padre. Él tenía razón, pero no quería que Merlín arriesgara su vida por culpa de ella. Si algo le llegara a pasar ella no podría vivir con la culpa.
Sin nada más que decir Alejandra se volteó y abandono la desolada sala.
*Suspirar
- No sé qué tipo de magia hizo ese hombre a mi amada hija. Mocoso, ya te di muchas oportunidades ahora todo depende de tu fuerza.
La familia Diluc fue leal al reino por generaciones y eran los primeros al saltar a la batalla. El reino les debía mucho y ahora que estaban en su momento más débil el rey Tiran Von Diamond decidió ayudarlos. De todas formas, le debía un favor a ese viejo.
- Viejo amigo, espero que con esto puedas perdonarme y descansar tranquilo.
Tiran no habría casado a su hija en una casa en declive si no le debiera un favor al abuelo de Merlín quien murió por él.