A la mañana siguiente Alejandra estaba viendo al inconsciente Merlín dormir tranquilamente. No sabía cómo debería sentirse. Solo ahora se dio cuenta de la gravedad del acto que cometió. Como princesa debía de mantenerse pura hasta el matrimonio. Ahora estaba manchada y la verdad era que ya no le importaba.
Merlín se había convertido en su todo y estaba loca de amor por él. Ahora era renuente a tener que apartarse de él, aunque sea temporalmente.
Los parpados de Merlín empezaron a temblar y lentamente abrió los ojos. En su línea de visión vio una vista que jamás podría sacar de su cabeza. Los prístinos cabellos blancos de Alejandra brillaban por la luz del sol mientras sus ojos azules lo miraban atentamente. Esta mujer lucía angelical.
Este pensamiento fue verdaderamente peligroso para Merlín quien inmediatamente pensó en ese fragmento de alma. Ese tipo debió de influenciarme de nuevo. Enojado quiso entrar en meditación, pero la delicada mano de Alejandra le impidió concentrarse. Acercando su rostro Alejandra le dio un tierno beso con sus labios color cereza.
- Buenos días cariño. ~
Esas palabras derritieron el corazón frio de Merlín. Decidiendo que este sentimiento no estaba tan mal aprovechó para abrazarla y besarla. Mientras Merlín le besaba el cuello una melodiosa risa de Alejandra escapaba de su boca. Renuente un poco lo apartó de ella.
- Sé que quieres desayunar algo. Así que adelante.
Puso nuevamente sus labios sobre los de Merlín y después de alejarse expuso su nacarado cuello. Sin vacilar Merlín le perforó el cuello. Sin embargo, no succionó mucho. Ya había tomado un buen bocado de ella el día anterior.
Alejándose de su cuello ambos disfrutaron del calor del otro. Aunque Merlín no emanaba calor. Sintiéndose pegajosa por todo lo que hizo ayer, Alejandra intentó ponerse de pie para ir al baño. Lo que no se esperaba fue que sus piernas le fallaron. Por un momento sintió la ingravidez haciendo que cerrara los ojos anticipando que iba a caer al suelo. Antes de que siquiera pudiera empezar a caer Merlín la agarró de la cintura apoyándola en el suelo.
Ambos se miraron fijamente sintiendo que el sentimiento de amor se hacía más profundo. Merlín la levantó de princesa y la llevó al baño sentándola en la tasa del inodoro. Mientras tanto el llenó la tina y calentó el agua. Delicadamente alzó a Alejandra y se sentó con ella en la gran tina de baño que hizo. Si tuviera que compararlo sería más bien un jacuzzi.
Durante la noche Alejandra estuvo bajo los efectos del afrodisiaco haciendo que su sensación de dolor desapareciera. Ahora que los efectos se fueron quedaron las consecuencias haciendo que toda su parte inferior se sintiera entumecida. Afortunadamente tenía un hombre que estaba dispuesta a cuidarla.
El agua caliente relajó sus músculos. Mientras jugaba con su cabello miró a Merlín, tenía muchas preguntas y no sabía si las iba a responder aun así se armó de valor y dijo.
- ¿Puedes explicarme que eres?
Merlín miró sus ojos curiosos. Sabía que este momento llegaría y que tendría que ser claro con ella. Quiso retrasar esto, pero ya que tocaba el tema no pudo negarse y comenzó su explicación.
Armó una historia falsa de como falló su ritual mágico familiar y se convirtió en una especie nueva. No le iba a decir que reencarnó. Además, lo que contó no era mentira después de todo. También le dijo que no podía contarle a nadie esto a lo que asintió enseguida.
Ahora que su pared fría se había derrumbado solo quedó calidez para repartir. Durante 30 minutos ambos estuvieron en la tina sin hacer nada más que conversar y reírse ocasionalmente.
- Volveré en un par de días. Quiero ayudarte a mejorar este territorio. Además, hablaré con mi madre. No apoyaré a nadie en esta lucha por el trono.
Merlín asintió, pero las palabras que dijo Alejandra a continuación hicieron que reflexionara un poco.
- Debes de tener cuidado. Detrás de mi había incontables hombres de familias prominentes y famosas que buscaban atarme a ellos mediante el compromiso. Estoy segura que ahora que el compromiso se hizo público intentaran asesinarte a escondidas.
Sintiéndose culpable Alejandra besó a Merlín. Ella no quería que nada le pasara a él. Ella preferiría suicidarse antes de tener que casarse con otra persona.
Ambos salieron del baño y se vistieron. Ya era hora de que la guardia de la princesa llegara desde la capital. Ellos se encargarían de escoltarla.
Frente a la mansión un escuadrón compuesto de 12 hombres con armaduras de hierro ya estaba esperándonos. Las sirvientas que trajo la princesa ya estaban trepando su equipaje y preparando el interior del carruaje. Este iba a ser un viaje de varios días. Por lo que asigné al grupo de tres chicas para que escoltaran a Alejandra en caso de emergencia.
Los soldados se rieron de las tres chicas. La verdad era que estaba preocupado por la seguridad de Alejandra. Sin embargo, no podía abandonar el territorio en este momento. Ahora que la princesa se iba estaba seguro que los ataques de bandidos se intensificarían. Esta vez estaba decidido a terminar con la vida de todas esas basuras humanas. Así que fortifique las patrullas fronterizas para avisarme en el menor tiempo posible cuando se avistara a un bandido.
La princesa era reacia a soltar mi mano, pero el momento de la despedida había llegado. Esto no pasó desapercibido entre los presentes. Las sirvientas habían empezado a cotillear mientras algunos hombres me lanzaban miradas furtivas. Uno de los soldados no pudo aguantar más y dijo.
- Princesa por favor aléjese de esté noble basura.
Sus palabras tenían un claro desdén y provocó con éxito la ira de Alejandra.
- ¿Acaso escuché mal? ¿Estas llamando a mi prometido basura?
El cabello de Alejandra se levantó un poco en el aire. La densidad de la energía elemental también aumentó haciendo que las sirvientas comunes no pudieran respirar fácilmente. Puse una de mis manos en su hombro. Enseguida el aura se disipó y ella me miró con renovada dulzura.
Queriendo enojar a ese tipo que claramente tiene sentimientos por mi mujer tomé a Alejandra de la cintura y le di un apasionado beso de despedida.