Miré al gordo que se negaba a tomar mi dinero. El gordo realizó un contrato del alma forzosamente. Un hechizo así costaría cincuenta monedas de oro. Este hechizo era tan costoso debido a sus beneficios.
Una persona atada con este hechizo no puede desobedecer a su amo. Este contrato era casi irrompible y solo desaparece cuando el esclavo muere o el maestro la deja en libertad.
Un sello tradicional de esclavitud dejaba una marca en el cuerpo del esclavo que la torturaría si llega a desobedecer mi orden. A diferencia de un contrato del alma este solo se liga al cuerpo. Haciendo posible destruirlo mientras alguien se tomará el tiempo de reunir los materiales necesarios. Por eso tiene un costo bajo de 1 moneda de plata por esclavo. Suspirando dije.
- Conozco bien lo que acabas de hacer. Has realizado un contrato del alma de forma forzosa. Te mereces eso así que tómalo.
- ¡Muchas gracias al Marques!
El guardia acompañó al gordo, que estaba saltando en una pierna de la alegría, hacia la salida. Finalmente, el ultimo otro guardia regresó.
- Mi señor todo está preparado para la ejecución. Se programo para mañana medio día.
- Está bien. Libera a esas dos.
El guardia asintió e hizo lo que le dije. Les hice una seña a Olivia y Doménica para que me siguieran. Ambas me siguieron en silencio.
Finalmente había terminado con todos mis asuntos el día de hoy. Mañana tendré que empezar a entrenar a estos soldados inútiles e ir al bosque a cazar. Tengo que mejorar mi nivel.
Las llevé a ambas a mi habitación ya era de noche y quería probar mis nuevas esclavas sexuales. Al llegar a la habitación vimos a Camila completamente desnuda masturbándose mientras abrazaba mi almohada.
- ¡Ah! ¡Mi señor! ¡Me vengooo! ~
Mis sabanas se empaparon y un charco de líquido se hacía más grande con cada segundo. Tanto Olivia como Doménica no creían lo que estaban viendo. Incluso yo me sorprendí.
La mordida que le di tuvo que haber tenido efectos afrodisiacos que empeoraron cuando no lo hice con ella.
Camila se quedó estupefacta cuando nos vio.
- Maestro… Esto… yo… No es lo que parece.
Me saqué la ropa al instante mostrando en todo su esplendor mi polla ya erecta por el espectáculo que me acababan de dar. Tanto Olivia como Doménica se quedaron atónitas al ver mi gran pene grueso y largo.
Internamente ambas se preguntaron si eso podría entrar en ellas.
Entrando en la cama agarré la sabana y dejé al descubierto todo el cuerpo desnudo de Camila. Sus espectaculares senos llenaron por completo mi vista. Sus pezones estaban erectos con un lindo y saludable tono rosa. Sus areolas captaban mi mirada y llenaban mis pensamientos con una única acción que me moría por hacer.
Sin pensarlo dos veces tomé uno de sus grandes senos. Era tan suaves y grandes que una mano no era suficiente para contenerlos. Mi boca se movió y comenzó a chupar sus senos.
- ¡Ah! ¡MMM! ¡Mi señor! ¡Si! ¡Chúpelos más! ~
Camila garraba las sabanas salvajemente. Su mente ya se había perdido en el deseo hace tiempo. El afrodisiaco tomó por completo su cuerpo y las ganas de follar como animales era en lo único en lo que podía pensar.
- ¡Ya no aguanto más! ¡AH! ¡Por favor folleme! ~
No podía escuchar sus pedidos. Estaba completamente absortó en sus grandes tetas. Su tierno pezón era tan suave que parecía que se derretiría en cualquier momento.
Mi lengua jugaba con su pezón mientras lo mordía y tiraba ocasionalmente. Esto causó que la mente de Camila se pusiera en blanco.
- ¡Yo… No… Aguanto… Ah… Me vengoo! ~
Camila se acababa de venir solo con chupar sus senos. Le había abierto la puerta otro tipo de placer sin que ella siquiera se diera cuenta.
Dejando sus senos de lado mi lengua recorrió su cuerpo bajando por su abdomen plano. Podía sentir un sabor ligeramente salado proveniente de su piel. Era agradable y delicioso. Solo me detuve cuando llegué a su coño completamente empapado en sus jugos.
Avergonzada hasta el extremo, Camila no tuvo otra opción que cubrirse el rostro con una almohada.
Durante este tiempo Olivia y Doménica se quedaron mirando todo el acto con evidente curiosidad, nerviosismo y anticipación.
Mi cuerpo no podía parar de lamer el seductor cuerpo de Camila. Su coño que rebosaba en sus jugos de amor era como agua para una persona perdida en un desierto. Tentado hasta el extremo chupé y lamí por completo su coño.
- ¡No! ¡Ese lugar! ¡YAM! ¡AH! ¡Esta… Sucio! ~
Deteniéndome por un breve segundo dije.
- No hay nada sucio en ti.
La espalda de Camila se arqueo instantáneamente cuando mi lengua rozó su clítoris. Sintiendo curiosidad introduje mis dedos dentro de su apretado coño. Al instante mis dedos fueron bien recibidos recibiendo caricias de los pliegues de su coño.
Su coño parecía una aspiradora jalando mis dedos hasta lo más profundo posible. Esa calidez y estrechez me tentaban a sacar la mano e introducir mi verga.
- ¡Más por favor! ¡Yo! ¡Me vengooooo! ~
Esta era la tercera vez que se corría y con ello otro chorro salió de su vagina que esta vez fue atrapada en mi boca.