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El Sueño De Reencarnar En Un Nuevo Mundo (Español)

🇨🇴AngelGN
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Synopsis
Motoki, un joven que muere repentinamente, renace en el cuerpo de un niño en una nueva familia. A medida que crece, intenta tomar el control de su vida y encontrar su lugar en el mundo. Sin embargo, todo cambia cuando su pueblo es destruido como daños colaterales en la guerra contra los monstruos. Obligado a sobrevivir por su cuenta, utiliza sus conocimientos y habilidades previas para lograrlo. En su huida, se une a un grupo de mercenarios que lo adoptan como uno más. En una misión especial, Motoki se encuentra con una salvaje beastfolk que le despierta un extraño interés. A medida que explora este mundo peligroso, descubre que la magia oscura y los monstruos mortales están en todas partes. Luchando por su supervivencia, Motoki se enfrenta a enemigos cada vez más peligrosos y descubre la verdad detrás de su reencarnación.
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Chapter 1 - Una Joven Beastfolk.

 

Un siniestro carromato chirriaba y se tambaleaba por las calles sin pavimentar de la gran ciudad. Dos hombres lo conducían: un jinete con una capa negra y un sombrero de ala ancha que ocultaba su rostro, y un mercenario armado con una espada y una ballesta. Dentro del carromato, unas jaulas cubiertas con una tela ocultaban una macabra mercancía.

 

La lluvia caía sobre los tejados empapados de casas y edificios. Enormes charcos se formaban en el suelo, reflejando el gris del cielo. Entre el ensordecedor sonido de la lluvia, se oía un misterioso y tenebroso aullido que parecía provenir de las profundidades de las alcantarillas.

 

Los transeúntes se estremecían al ver pasar al carromato. Sabían que era propiedad de los Ojos Dorados, quienes traficaban con cadáveres y realizaban oscuros rituales para domar monstruos. La gente se ocultaba en las sombras de los callejones, temiendo ser vistos o peor aún, ser capturados.

 

El carromato se detuvo frente a un gran edificio de roble macizo. El jinete y el mercenario bajaron del vehículo y golpearon con fuerza la puerta, provocando un eco que se extendió por todo el callejón. Poco después, la puerta se abrió lentamente para permitir el paso del carromato.

 

Una vez dentro del recinto, el jinete entregó los caballos a un corpulento hombre con barba espesa y túnica oscura, quien se los llevó al establo cercano. 

 

El mercenario se acercó furtivamente a la parte trasera del carromato, con la intención de asegurarse de que la valiosa carga que transportaban permaneciera intacta.

 

Con un movimiento rápido retiró la tela que cubría las jaulas, revelando la macabra mercancía que les había costado tanto trabajo transportar.

 

Los Semi-Humanos, conocidos como Beastfolk, eran criaturas con características animales mezcladas con las de los humanos. Entre ellos se encontraban mitad lobo, araña, conejo, mapache y otras bestias aún más extrañas.

 

Estaban encarcelados desde hacía meses en doce jaulas, cada una para una raza diferente. Todos ellos tenían edades comprendidas entre los diez y los veinte años y vestían pieles de monstruos y otros materiales de origen desconocido. Sus cuerpos solían estar cubiertos de cicatrices, marcas de arañazos y varios tatuajes creados con tinta hecha a base de hierbas y sangre.

 

La mayoría de ellos parecían demacrados, sus pieles se habían tornado oscuras por la suciedad y un olor fétido se desprendía de ellos. Los más adultos habían perdido masa muscular y su mirada reflejaba una resignación sombría.

 

A duras penas recibían pequeñas porciones de comida, tan pequeñas como la palma de su mano que apenas les permitían subsistir. Su debilidad los había dejado sin fuerzas para resistir, pero no por ello habían perdido su orgullo y su espíritu de lucha.

 

Sabían que su destino era incierto, que podrían ser vendidos como esclavos o peor aún, como objetos de experimentación para los magos más oscuros del reino.

 

"Hmm… Parece que uno de ellos no aguantó el viaje", dijo el mercenario con desdén, frunciendo el ceño al ver el cadáver inmóvil en el suelo de la jaula.

 

El mercenario y el jinete se miraron con complicidad antes de descargar las jaulas rápidamente. Sabían que su negocio era ilegal y repugnante.

 

Al bajar la última jaula, el jinete sintió un escalofrío al contemplar a los cautivos, lleno de remordimiento por lo que hacía. Sabía que vivía en una época cruel, plagada de traiciones y peligros, pero eso no le quitaba el peso de su conciencia.

 

"Date prisa, aún queda una jaula por descargarlo", apuró el mercenario.

Con un nudo en la garganta, el jinete se acercó a la jaula restante.

 

La joven beastfolk que estaba dentro se resistía con todas sus fuerzas, mostrando una determinación que asombró a ambos hombres.

 

"Parece que la mocosa aún tiene energías de sobra, sí que es dura", comentó el mercenario mientras se agachaba para observarla mejor.

 

La jaula de la joven era la más deteriorada de todas, con arañazos y mordiscos que evidenciaban sus intentos desesperados de escapar.

 

A pesar del maltrato sufrido, la pequeña no apartaba la mirada de los hombres, mostrando unos feroces ojos carmesí que destilaban odio.

 

Agarrándose con fuerza a los barrotes de su jaula, la joven beastfolk de cabello blanco se erguía orgullosa con sus vestidos de cuero y piel de animal, enseñando sus peligrosos dientes, gruñendo y rugiendo a los hombres con fiereza.

 

Su aspecto y carácter eran los de una bestia salvaje indomable, de voluntad férrea a pesar de su corta edad.

 

El jinete reconoció que aquella joven era una presa valiosa, pero no pudo evitar sentir una punzada de compasión al verla enjaulada así.

 

El mercenario sonrió con malicia mientras se dirigía a la pequeña beastfolk que su jefe había capturado. "¿Cómo estás, perra rabiosa? Pronto nos desharemos de ti y ganaremos una buena suma con el gran señor, ¿no te parece fantástico?"

 

La pequeña beastfolk no se rendía y cuando el mercenario se acercó lo suficiente, le escupió con desprecio en la cara. "¡Maldición, criatura desagradable!" gruñó, limpiándose con enojo la saliva de su rostro. "Pronto estarás en manos de alguien que te aplastará bajo su bota y te enseñará a obedecer"

 

A pesar de las amenazas del mercenario, la chica no mostró debilidad ante su captor.

 

Con la barbilla en alto y los ojos encendidos de determinación, sabía que su futuro era incierto, pero se negaba a permitir que su espíritu se rompiera.

 

"Ah, será mejor que terminemos esto pronto, no quiero dejar al Gran Señor esperando más tiempo", dijo el mercenario suspirando, reprimiendo su ira lo más que pudo.

 

El jinete asintió con la cabeza y se acercó al mercenario para ayudarlo a transportar la jaula.

 

Entre los dos, alzaron con esfuerzo la pesada estructura de metal. Pero un momento de distracción fue suficiente para que la bestia aprovechara su oportunidad. Hundió sus colmillos en el dedo del jinete que sobresalía entre las rejas.

 

El jinete soltó un alarido de dolor y soltó la jaula, que se estrelló contra el suelo.

 

La jaula, ya deteriorada por el maltrato, se partió en pedazos, liberando a la beastfolk.

 

La bestia se incorporó con rapidez, mostrando sus garras afiladas y sus ojos inyectados en sangre. Los hombres retrocedieron ante su presencia amenazadora mientras la chica observaba la escena con una sonrisa burlona.

 

"¡Maldita bestia! ¿Cómo te atreves a morderme?", rugió el jinete, agitando su mano ensangrentada. No había tiempo que perder. El mercenario desenvainó su espada y se preparó para el combate.

 

La beastfolk lanzó un rugido desafiante, sus ojos brillaban con una luz infernal. Su cola esponjosa se balanceaba peligrosamente como una señal de advertencia, invitando al mercenario a que comenzara el intercambio de golpes.

 

La bestia abrió la boca y dejó al descubierto sus afilados colmillos. Y así comenzó el combate.

 

La espada del mercenario se encontró con las garras de la bestia, provocando chispas y el sonido de metal contra metal. La beastfolk parecía inmune al dolor, y su furia parecía incrementarse con cada golpe.

 

Sangre manchaba el suelo del carromato mientras el mercenario luchaba por salvar su vida, pero la bestia era demasiado fuerte. Sentía la presión de los pequeños y delgados brazos de la chica sobre su cuello, un potente y mortal temor se apoderó de él.

 

El mercenario se dio cuenta de que estaba atrapado en una lucha desigual.

 

La beastfolk se movía con la agilidad de un felino y la fuerza de un ogro. Sus ojos se volvieron rojos como la lava ardiente, y su furia se desataba sin control.

 

"¡Demonios! ¡Un poco de ayuda me vendría bien!", gritó el mercenario desesperadamente al jinete que se había quedado paralizado por el terror. Finalmente, el jinete recuperó la compostura y tomó su látigo para golpear a la beastfolk.

 

"¡…!"

 

La bestia retrocedió al ver el látigo desenfundado por el hombre. Sabía que si era tocada por él, caería al suelo debido a la runa implantada en su pecho el día en que fue capturada.

 

(Tengo que huir de aquí, rápido)

 

Pensó la beastfolk, deslizándose lejos del carromato. No había guardias cerca, solamente los dos hombres y los demás beastfolk. Pero sabía que no tardarían en perseguirla, y si la atrapaban de nuevo, su destino sería aún más terrible.

 

"Por allí", se dijo a sí misma, lanzándose hacia la puerta con una embestida que la hizo traspasarla con un fuerte crujido.

 

Los oscuros pasillos resonaron con el sonido de la madera destrozada.

 

"¡Maldición, se escapó! Es mi culpa…" dijo el jinete, viendo el masivo agujero en la puerta.

 

"¡Mierda! ¡No te quedes ahí parado! ¡Si no nos damos prisa, algún guardia podría llegar a matarla! No puedo permitir que el buen nombre de nuestro jefe sea manchado ante el Gran Señor. Y no quiero morir aún", gritó el mercenario, dándole un golpe en la espalda al jinete. 

 

Él asintió con la cabeza y los dos salieron a la carrera detrás de la Beastfolk. Sus botas resonaban en el frío suelo de piedra.

 

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Mientras tanto, la pequeña criatura seguía su carrera desesperada.

 

"Una salida, una salida, una salida", murmuraba mientras giraba la cabeza de lado a lado buscando la salida de la gran mansión en la que se encontraba.

 

Sus orejas puntiagudas estaban alerta para cualquier sonido que pudiera delatar su presencia, temerosa de que la atraparan y la sometieran a un destino peor que la muerte.

 

Las paredes de la mansión eran altas y opresivas, y la Beastfolk se sentía atrapada como en una telaraña gigante.

 

Los candelabros de bronce iluminaron el camino que conducía a la salida, parpadeando en el aire viciado y opresivo.

 

Los gritos de dolor y agonía provenientes de las mazmorras se escuchaban a lo lejos, pero ella estaba determinada a escapar de ese lugar a cualquier costo.

 

El olor a humo y sangre llenaba los sentidos de la pequeña beastfolk, pero su instinto animal nunca la abandonaba. Gracias a él, logró divisar una ventana entreabierta en una de las grandes puertas de la mansión.

 

Corrió hacia ella con todas sus fuerzas, saltando por encima de jaulas y obstáculos en su camino. Finalmente, alcanzó la salida y se precipitó hacia la gran puerta.

 

(La derribaré, la golpearé con todo lo que tengo)

 

Se dijo a sí misma, reuniendo fuerza en sus piernas para lograr romper la gruesa puerta de un solo golpe.

 

"¡¡¡Ahhh!!!"

 

Gritó, lanzándose contra la puerta con todas sus fuerzas, pero antes de que pudiera golpearla, la pesada puerta se abrió de golpe, desvelando una figura enorme semejante a un gran muro.

 

"¡…!"

 

Para cuando se percató del peligro que representaba la persona frente a ella, ya era demasiado tarde. No podía detener su embestida.

 

"¿Mmm?, tú debes ser una de las nuevas adquisiciones del Gran Señor, eres… interesante", dijo despreocupadamente el hombre, quitándose la máscara negra que ocultaba su rostro.

 

A su alrededor absorbían todos los rayos de luz, como si su presencia irradiara una maldad aterradora.

 

El hombre sujetó con facilidad la pierna de la beastfolk como si fuera una rama seca, abriendo su boca con una sonrisa retorcida.

 

"Así que, ¿intentabas escapar? Qué suerte que me encuentro aquí entonces. Eres bastante fuerte a pesar de tu condición física actual. Esa patada habría matado a cualquier persona normal", agregó el hombre, apretando su agarre en la pierna de la beastfolk sin ceder ni un poco.

 

La pequeña Beastfolk intentó oponer resistencia arañando, mordiendo y pateando, pero el hombre parecía no importarle en absoluto.

 

Su agarre se volvió más fuerte y ella sintió un punzante dolor recorriendo todo su cuerpo.

 

"¡Ah! Perdona mi imprudencia, rompí tu pierna sin darme cuenta. Déjame verla", el hombre soltó su pequeña pierna, provocando que la Beastfolk cayera al suelo con un golpe seco.

 

La beastfolk se arrastró hacia atrás para poner distancia entre ella y su captor. Consciente de que su situación era desesperada y de que la posibilidad de escapar era casi nula. Pero estaba decidida a luchar hasta el final, incluso si eso significaba morir en el intento.

 

"Tienes una voluntad realmente fuerte, indomable, como una verdadera bestia salvaje",

 

El hombre soltó una pequeña risita mientras se acercaba a ella y se inclinaba para examinar su pierna con una sonrisa malvada en su rostro.

 

"Ah, qué hermoso hueso roto. Me encantaría jugar un poco más contigo, pero el Gran Señor es muy receloso con quienes tocan sus pertenencias. Quizás, encuentre algún uso para ti luego de la ceremonia",

 

La pequeña beastfolk sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar las palabras del hombre.

 

Aunque no comprendía del todo lo que quería decir, la intención en su voz era clara y su aura opresiva la dejaba sin aliento.

 

Aunque me hubiera gustado divertirme un poco más contigo…" luego, hurgó en su maletín de cuero y sacó un frasco diminuto que contenía una sustancia púrpura y viscosa.

 

Lo primero que pensó la pequeña fue (¿Veneno? ¿Pretende envenenarme?),

 

El hombre pareció darse cuenta de sus pensamientos, hablando nuevamente.

 

"No te preocupes, solo quédate quieta y observa, no va a dolerte", aseguró el hombre mientras abría el corcho que mantenía sellado el contenido del frasco.

 

El hombre abrió el corcho del frasco, y un aroma a hierbas comenzó a llenar el aire. "Ah, huele bien, ¿no crees?", preguntó el hombre a la joven, pero ella no le respondió, solo podía observar con cautela qué es lo que le haría a continuación.

 

Él se encogió de hombros y sin más: vertió el líquido en el hueso que sobresalía de la piel de la pequeña. 

 

La beastfolk cerró los ojos esperando el ardor y dolor de la herida.

 

Pero, para su sorpresa, no sintió nada de eso.

 

Al abrir los ojos, notó que su pierna estaba como nueva.

 

Tocó su pierna con sus manos para confirmarlo, sintiendo una piel suave y sin signos de maltrato ni heridas.

 

La joven beastfolk observó con incredulidad cómo su cuerpo se recuperaba milagrosamente de las terribles heridas infligidas por ese hombre.

 

Con los ojos puestos en el hombre que la vigilaba descuidadamente, vio su única oportunidad de escapar.

 

(Ese hombre es peligroso, pero no puedo dejar que me atrape de nuevo. Si logro evadirlo, y llegar a la puerta, ¡podré huir!)

 

Con un rugido feroz: la beastfolk saltó hacia el hombre, sus garras afiladas listas para desgarrar su carne. Pero antes de que pudiera atacar, el hombre desapareció de repente en el aire, como si nunca hubiera estado allí.

 

"Interesante", susurró una voz oscura detrás de ella.

 

La joven beastfolk se giró desorientada solo para ver al hombre reaparecer a sus espaldas.

 

"No puedo esperar a nuestro próximo encuentro", dijo el hombre, su sonrisa siniestra haciéndole temblar inconscientemente. "Apenas te has recuperado, pero ya estás lista para luchar. Tienes mi respeto, pequeña",

 

La beastfolk se esforzó por mantenerse despierta, pero su cuerpo estaba fallando rápidamente.

 

Podía sentir cómo su conciencia se desvanecía, arrastrándola hacia la oscuridad.

 

(No, no puedo rendirme… no ahora. Debo luchar…)

 

Pero era demasiado tarde. La beastfolk cayó al suelo, inconsciente, mientras el hombre se reía satisfecho.

 

"¡Ahí está!, La pequeña mocosa escurridiza!",

 

Exclamó el mercenario, seguido de cerca por el jinete, al divisar a la joven en el suelo.

 

"¿Ustedes son los que se suponía que se encargarían de ella?", preguntó el hombre mientras los observaba con desconfianza.

 

"Sí, somos nosotros. ¿Por qué lo preguntas? ¿Y quién eres tú? No pareces un guardia de la mansión", respondió el mercenario mientras se preparaba para desenvainar su espada.

 

"Pshh, cierra el pico idiota. ¡Nos van a matar!", dijo el Jinete, agarrando la cabeza del mercenario y obligándolo a inclinarse.

 

"¿Quién soy? Ah… claro, disculpen mi falta de cortesía", se disculpó el hombre sacudiéndose el polvo de los hombros y ajustando su chaqueta. "Me llamo Tarion *La Segunda Torre*. Un placer", terminó diciendo con una pequeña reverencia.

 

"¿L-La Segunda Torre?, entiendo. Le pido disculpas por la imprudencia de mi compañero. No queríamos ofenderlo de ninguna manera, señor", respondió con voz nerviosa el jinete mientras que su compañero empezaba a sudar frío al escuchar el nombre de aquel hombre.

 

"No se preocupen, es normal que no me reconozcan. No suelo mostrarme ante la gente. Dejando eso de lado, ¿qué planean hacer con la pequeña?" , preguntó Tarion, señalando a la joven beastfolk profundamente dormida en el suelo.

 

El mercenario se apresuró a responder. "Nos la llevaremos con nosotros, por supuesto. Tenemos un trabajo que hacer y ella es nuestra garantía",

 

La sonrisa siniestra de Tarion se acentuó aún más. "Entiendo... Entonces, no habrá problema si los acompaño un rato, ¿cierto?", preguntó mientras levantaba a la joven en sus brazos.

 

El jinete y el mercenario intercambiaron una mirada de complicidad antes de asentir. 

 

Tarion era conocido por ser un hombre difícil de tratar, y ahora no podían demorar más en cumplir su tarea.

 

"¡Sería un honor!, sigamos por aquí entonces", contestó el mercenario mientras se ponía en marcha, seguido por el jinete y Tarion con la joven en brazos.

 

...

..

.

 

Abrió los ojos y estaba en una habitación oscura y lúgubre.

 

La habitación tenía un aspecto de abandono desde hacía años, con telarañas cubriendo cada rincón y una fina capa de polvo cubriéndolo todo.

 

La única luz provenía de una pequeña ventana alta, por la que entraba la luz de la luna.

 

La joven intentó levantarse, pero notó que unas cadenas pesadas y gruesas le ataban los pies.

 

También llevaba otras prendas, ahora tenía un enorme collar alrededor de su pequeño cuello, un conjunto de cuero que solo cubría su pecho y parte de sus piernas y unos pesados guantes que prohibían el uso de sus garras.

 

Su corazón latió con fuerza al comprender que estaba prisionera, e intentó liberarse de sus ataduras.

 

Sin embargo, las cadenas eran demasiado fuertes y no podía romperlas.

 

"¿Qué está sucediendo?", se preguntó perdiendo la calma, mientras inspeccionaba la habitación en busca de alguna pista sobre su paradero.

 

La habitación estaba vacía, aparte de una pequeña mesa con un tazón de agua y un pedazo de pan duro.

 

La joven beastfolk se acercó a la mesa con cautela, tomó el pan y el agua, sintiendo que su estómago rugía de hambre.

 

Mordisqueaba el trozo de pan con avidez, mientras su mente vagaba por los recuerdos borrosos de su captura.

 

(¿Cómo me atraparon? No lo entiendo… ¡Ah! Fue ese humano, y a pesar de todo lo que hice...)

 

La joven intentó reconstruir la escena de su combate con aquel hombre, pero un ruido metálico la sacó de su ensimismamiento.

 

La puerta se abrió con un chirrido, y una figura alta y sombría entró en la celda, clavando en ella una mirada maliciosa. Era él, el mismo que le había quebrado la pierna con una facilidad aterradora.

 

"¿Así que ya estás despierta?, qué bien, qué bien, cada vez me sorprendes más, pequeña", dijo el hombre con una voz gélida mientras aplaudía con sarcasmo. "Sé que esta celda no es digna de ti", dijo pasando el dedo por la mesa llena de polvo, "pero no te preocupes, cuando hayas pasado la ceremonia del Gran Señor, todo cambiará. Yo me ocuparé de que así sea", añadió acercándose a ella y arrodillándose.

 

La joven bestia retrocedió todo lo que pudo, pero las cadenas le impedían escapar.

 

(Lo mataré, juro que lo mataré)

 

Pensó con rabia mientras le devolvía la mirada con fiereza.

 

"Mmm… Veo que aún no confías en mí. Bueno, tampoco te he dado motivos para hacerlo… todavía", dijo sonriendo con malicia. "¡Ah! Se me olvidaba, toma esto como un obsequio de mi parte", le dijo sacando algo de su maletín.

 

La joven bestia observó atentamente cada movimiento del hombre, dispuesta a reaccionar si intentaba algo. Pero para su sorpresa, el hombre no hizo ningún gesto hostil.

 

"¡Mira qué rico! ¿No te apetece? Si prometes portarte bien conmigo, podrás comer esto y mucho más. ¿Qué me dices?", el hombre le mostró un enorme pedazo de carne de cerdo frito, que balanceaba frente a su nariz.

 

Al verlo, soltó un gruñido y le dio un manotazo al trozo de carne frente a ella, arrojándolo contra la pared.

 

"No me importa quién seas o lo que quieras, no te daré el placer de verme sometida a ti", ladró furiosa. 

 

A pesar de lo hambrienta que se encontraba, no aceptaría nada de él. No necesitaba a nadie para conseguir lo que quería. Si quería algo, solo tenía que tomarlo. No agacharía la cabeza ante nadie ni se convertiría en una esclava más. Solo necesitaba tiempo para recuperar sus fuerzas y encontrar una manera de escapar de su celda. 

 

"Ah… qué desperdicio",

 

El hombre pareció decepcionado al ver su reacción, pero no hizo ningún intento de obligarla a comer. En cambio, limpió algo del polvo del trozo de carne con la mano y lo dejó sobre la mesa de madera. De repente, un fuerte estruendo sacudió la celda, haciendo que la beastfolk perdiera el equilibrio. 

 

Él sonrió siniestramente mientras la miraba. "Maravilloso, simplemente maravilloso. No puedo esperar a verte en la ceremonia. Mantente con vida hasta entonces", dijo con una sonrisa retorcida antes de cerrar la celda y desaparecer en la oscuridad del pasillo. 

 

"Uff…"

 

La joven suspiró aliviada al sentir que la presión en su pecho disminuía y procedió a terminar su comida antes de buscar una salida.

 

Cuando se acercó a los barrotes de la celda, observó su entorno con cautela. "¿Hay alguien aquí?", gritó, aunque era poco probable que alguien entendiera la lengua del Dios Bestia.

 

"¿Dónde estoy? ¿Y dónde están los demás que venían junto a mí en las jaulas?", se preguntó mientras se sentaba en el suelo de la celda.

 

De repente, una voz jovial la sobresaltó.

 

"¿H-Hola?",

 

La beastfolk se giró hacia el origen del sonido. Una gruesa pared los separaba, pero había alguien encerrado ahí junto a ella.

 

"¿Estás bien? ¿El señor Tarion no te hizo daño? Lo vi con una cara muy espeluznante justo antes de que entrara a tu celda", dijo el chico con un leve tartamudeo.

 

"¿Tarion? ¿Quién es ese?", preguntó con curiosidad.

 

"No lo sabes? Ese hombre controla la mayoría de las mazmorras que se extienden bajo la mansión del Gran Señor. Es increíblemente cruel. Ha frustrado numerosos intentos de escape y nunca lo he visto siquiera sudar. Está al cargo de llevar a los esclavos a la sala de ceremonias…" relató el chico con un tono desanimado.

 

La joven asintió en silencio. No sabía si fiarse del desconocido o no, pero al menos le ofrecía algo de compañía. Pronto se dio cuenta de que su escape sería mucho más difícil de lo que había imaginado.

 

La sombra de Tarion y sus siniestros planes para esa "Ceremonia" que había mencionado eran una amenaza constante para ella.

 

"¿La ceremonia? ¿Qué es eso? Mencionaste antes que oíste parte de nuestro encuentro. ¿Acaso eres capaz de entender la lengua humana?",

 

El chico asintió con tristeza. "Sí, puedo entenderla lo suficientemente bien. ¿Por qué preguntas? ¿Todo este tiempo no entendiste nada de lo que el señor Tarion te decía?",

 

La joven frunció el ceño con inquietud mientras escuchaba la pregunta del chico.

 

"No. No entendí ni una palabra. ¿Puedes decirme qué es la ceremonia? O no. No quiero malgastar mi tiempo",

 

"Ah… No lo sé con exactitud. Lo único que puedo decirte es que los que se llevan no vuelven; son pocos los seleccionados para ir allí. Por ejemplo: llevo unos cuantos meses aquí abajo y he visto llegar e irse muchos esclavos en ese tiempo", respondió el chico con tristeza.

 

"Ya veo" dijo con una determinación firme. "Buscaré una forma de escapar de aquí sin tener que someterme a la ceremonia",

 

Pero antes de que pudiera partir, el chico la llamó de nuevo.

 

"¡Espera!", exclamó con tristeza. "Es la primera vez en mucho tiempo que puedo volver a hablar con alguien. Por favor, ¿puedes quedarte un poco más? Te contaré más cosas y te daré más información sobre este lugar",

 

La joven consideró su petición y decidió sentarse nuevamente contra la pared. "Muy bien, pero si la información que me das no resulta útil, me iré",

 

"¡Gracias!", gritó el joven esclavo con entusiasmo. "Soy Cal, un placer. ¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre?",

 

"Soy Eirys", respondió ella, sin mucha emoción en su voz.

 

"¡Eirys! Es un nombre precioso", dijo con entusiasmo.

 

Eirys simplemente asintió y esperó a que Cal empezara a hablar.

 

Al recordar cada palabra con precisión, Cal le contó todo lo que Tarion le había dicho y propuesto.

 

"Y eso es todo. Tarion nunca había mostrado tanto interés en un esclavo. Cuando rechazaste su oferta, pensé que te mataría en el acto. Es el tipo de cosas que suele hacer",

 

Eirys frunció el ceño, preocupada. "¿Es así? Realmente no aparentaba ser un homicida, pero sí me dio la impresión de que sería alguien difícil de derrotar", respondió mientras recordaba su corto enfrentamiento momentos antes.

 

"¿Solo te pareció alguien fuerte? ¿Ya lo viste en persona? ¿Y aun así crees que puedes derrotarlo?", preguntó Cal con asombro. "Tienes mucha confianza en ti misma para poder decir cosas así. Yo no podría plantarle cara a ese hombre. Me dan escalofríos de solo pensarlo",

 

Eirys no podía negar que el esclavo tenía razón. Tarion era un hombre demasiado fuerte y estaría loca si intentara desafiarlo.

 

Sin embargo, al mismo tiempo había algo dentro de ella que le decía que podía luchar contra él si era necesario.

 

"Tal vez tenga una oportunidad de vencerlo si puedo pensar en alguna estrategia", dijo en voz alta.

 

Cal asintió con entusiasmo. "Tienes razón. A pesar de todo, sigue siendo un humano y tiene debilidades. Si puedes buscar algo que te dé una ventaja, entonces podrías tener una oportunidad",

 

"Bien, entonces eso es lo que haré", dijo Eirys, llena de determinación. "Ahora que tengo toda esta información, solo queda esperar una oportunidad. ¿Sabes cuándo será la próxima ceremonia?",

 

"No tienen algo así como una fecha específica. Realmente la ceremonia se celebra cada vez que se consiguen diez candidatos. Ahora mismo no sabría decirte cuántos participantes faltan para la próxima ceremonia, pero por la emoción en la voz del señor Tarion debe faltar realmente poco",

 

"Eso significa que me queda muy poco tiempo para buscar alguna forma de escapar", dijo Eirys, preocupada. "Cal, ¿tienes alguna idea sobre cómo escapar de este lugar?",

 

Cal tragó saliva y se mordió el labio. "No puedo decirte con certeza, Eirys. He estado aquí por mucho tiempo, pero no conozco todos los secretos de este lugar. Estoy seguro de que hay algunas formas de salir de aquí, pero tendrás que descubrirlo por ti misma",

 

Eirys apretó los puños con fuerza. "Entonces buscaré una manera. Gracias por tu ayuda, Cal. Si descubres algo que pueda ser de utilidad, házmelo saber",

 

"Por supuesto, estaré contigo en esto", prometió Cal.

 

"De todas formas, no te pregunté por qué rechazaste la oferta del señor Tarion. ¿Qué te hizo para no aceptarlo?",

 

Eirys frunció el ceño con disgusto. "No permitiré que nadie me domine o me imponga su voluntad, incluso si eso significa luchar hasta la muerte. Prefiero morir libre que vivir bajo su control",

 

Cal asintió con admiración. "Entonces debemos encontrar una manera de escapar juntos. Con nuestro ingenio y tu habilidad para la lucha, tal vez podamos lograrlo",

 

Eirys sonrió levemente. "Así sea, pero necesito descansar. Mañana será un día duro",

 

"Ah… Claro sí. Descansa Eirys",

 

Con eso, Eirys se acurrucó en una esquina, su cola rodeando su cuerpo como un abrigo. Aunque el frío del suelo la molestaba, su cuerpo y mente estaban demasiados cansados como para que le importara.

 

...

..

.

 

Al amanecer, Eirys despertó con un mal presentimiento en su pecho.

 

Su estómago gruñó de hambre, pero la carne de cerdo le hizo sentir repulsión.

 

"No, gracias", dijo con voz débil, apartando la mesa donde las cucarachas se deleitaban con la carne.

 

"¿Eirys? ¿Ya despertaste? ¿Te sientes bien?", se interesó Cal con inquietud.

 

Eirys agitó la cabeza. "No, presiento que algo malo va a ocurrir.",

 

De repente, unos pasos resonaron y un escalofrío le erizó la piel al reconocerlos.

 

"Tarion", susurró en voz baja mientras su corazón se aceleraba.

 

Como temía, Tarion apareció, con una sonrisa siniestra en su rostro. "Buenos días, pequeña. Hoy es tu gran día, la ceremonia está a punto de comenzar y confío en que hayas recapacitado sobre mi oferta",

 

Eirys mantuvo la determinación en su rostro, sin mostrar miedo ante la presencia del hombre. "No aceptaré tu oferta, Tarion. Preferiría morir antes que ser tu esclava",

 

Tarion soltó una risa burlona. "Oh, no te preocupes, pequeña. La ceremonia te hará cambiar de opinión. Ahora, ven conmigo"

 

Ella apretó los dientes con rabia y desafió con sus ojos a Tarion, decidida a escapar de ese lugar sin importar el costo.

 

"Vamos, no te pongas así. No quiero lastimarte más de lo necesario. No puedo presentarte frente al Gran Señor si estás toda herida", dijo con una sonrisa perversa.

 

Eirys sintió que tenía que actuar con rapidez. No podía dejar que Tarion la llevara a la ceremonia, donde su destino sería sellado para siempre.

 

La sed de sangre de Eirys crecía a cada segundo, enfocando su ira en Tarion. Preparó sus garras y adoptó una postura felina lista para atacar su cuello.

 

Tarion se mantuvo imperturbable, con una expresión seria en su rostro, a pesar de la tensión en el aire. Estudió a Eirys con detenimiento, sin hacer ningún movimiento.

 

Pasaron unos segundos y Eirys se impacientó al ver que él no hacía nada. Saltó para atacar, tensando su cuerpo y listándose para el combate.

 

Pero antes de que pudiera atacar, oyó a Tarion soltar una leve carcajada.

 

"Bien. Te concedo esta vez", dijo levantando su mano para indicarle que se detuviera. "Te concedo un día más para que te alistes adecuadamente para la ceremonia. Espero que estés lista para entonces. No seré tan indulgente contigo la próxima vez. Es mi deber entregarte al Gran Señor como corresponde" ,  terminó dándole la espalda y saliendo de la celda, cerrándola tras de sí y alejándose en silencio.

 

Eirys apretó los dientes con rabia al ver cómo Tarion se alejaba de la celda, dejándola sola y confundida en la oscuridad. Sabía que su tiempo se estaba acabando y que pronto se enfrentaría a la ceremonia.

 

"¡Maldita sea!", gritó Eirys, azotando el frío suelo de piedra de la celda. "¡Cal! ¡¿Escuchaste lo que dijo?! ¡¿Por qué se fue sin pelear?!", preguntó a gritos, apaleando la pared que separaba su celda de la de Cal.

 

"S-Sí, lo oí. Tranquilízate un poco, Eirys, por favor. Todo lo que dijo Tarion fue que te daría un día más de tiempo para prepararte para la ceremonia, que ganabas esta vez y que no sería tan amable la próxima vez", explicó, algo nervioso.

 

"¡¿Qué yo ganaba esta vez?! ¡Ese cretino sabe cómo provocarme!" exclamó Eirys con ira, mientras se echaba hacia atrás, preparándose para el enfrentamiento que estaba por venir.

 

Un estrépito ensordecedor retumbó en toda la mazmorra, haciendo eco en las paredes de piedra. El hombre vestido con una armadura plateada irrumpió en las celdas de Eirys y Cal, profiriendo un grito salvaje. "¡Silencio, bestias! ¡Callen sus malditas bocas de una vez!",

 

Sin darles tiempo a reaccionar, el hombre lanzó un gran cubo de madera lleno de agua helada sobre Eirys y Cal, empapándolos hasta los huesos y haciendo que el aire se llenara de una niebla gélida.

 

Eirys rugió con furia, sus garras listas para desgarrar al hombre. Pero la figura en la armadura permaneció impasible ante su amenaza.

 

"¿Quieres más?", espetó el hombre, desafiante, mientras arrojaba otro cubo de agua helada sobre Eirys, empapándola una vez más y dejando que la niebla se elevara en el aire oscuro de la celda.

 

Cal, quien había permanecido en silencio hasta ese momento, se acercó lentamente al hombre en la armadura. "¿Qué es lo que quieres de nosotros?", preguntó con voz ronca.

 

El hombre en la armadura no respondió de inmediato, pero su postura se volvió más tensa. "Ustedes son prisioneros, y yo soy su carcelero. No esperen nada más que sufrimiento mientras estén aquí", respondió con voz fría y dura.

 

Eirys rugió con más fuerza, mojada y confundida, pero Cal se mantuvo sereno. "¿Qué motivo hay para que seamos prisioneros? ¿Qué hemos hecho para merecer esto?",

 

El hombre en la armadura chasqueó la lengua y finalmente habló. "No es mi trabajo preguntar. Me limito a cumplir órdenes. Ahora, guarden silencio o se enfrentarán a las consecuencias",

 

Dicho esto, el hombre se dio la vuelta y salió de la celda, dejando a Eirys y Cal empapados.

 

Eirys se sacudió como un perro para eliminar el exceso de agua, salpicando su celda con gotas de agua por doquier antes de sentarse contra la pared.

 

"¿Estás bien Eirys? Estás algo irritable hoy, ¿Te molestó tanto la actitud del señor Tarion?", preguntó Cal, también empapado y apoyado contra la pared.

 

"Ah… Sí, lo estoy. La ceremonia está cerca y no he logrado ningún avance para intentar escapar de aquí. Y aunque saliera de aquí, no he pensado qué hacer después", respondió Eirys, desanimada, sentada en el suelo frío y húmedo de su celda, abrazando sus piernas.

 

"No te culpes por no haber escapado aún", dijo Cal tratando de animarla. "Muchos otros lo han intentado y han terminado mal. Además, parece que están haciendo todo lo posible para asegurarse de que no te escapes. Ese nuevo guardia es un buen ejemplo",

 

Eirys asintió con gratitud por el consuelo de Cal. "Pero eso no cambia el hecho de que no sé qué hacer después", respondió sinceramente.

 

Cal frunció el ceño al escuchar eso, recordando las historias sobre la crueldad de los humanos hacia los seres mágicos. "Lo siento, Eirys. No puedo imaginar lo que has pasado",

 

Ella apoyó más su cabeza en sus piernas. "Mi clan… mi familia… solía tener una antes de que cierto humano llegara a nuestra aldea", dijo en voz baja, con algo de tristeza en su voz.

 

"Mmm… no parece que quieras hablar de eso ahora. No te preocupes, no tienes que forzarte. Te puedo contar qué hacía antes de venir aquí, si quieres, por supuesto",

 

Suspirando, Eirys levantó la cabeza y sintió algo de curiosidad. A pesar de todo lo que estaba sucediendo, la oferta de Cal era tentadora.

 

"¿En serio? Bueno, si insistes, dime. Quiero saber más de ti", respondió Eirys, ligeramente intrigada.

 

Cal sonrió, contento de tener la ocasión de hablar de sí mismo. "Bueno, antes de todo esto, solía ser un comerciante ambulante. Recorría distintos lugares, vendiendo mis mercancías y conociendo gente nueva en el camino", dijo con nostalgia.

 

Eirys escuchó con atención, soñando con un mundo donde todo era posible y no estaba encerrada en una celda fría y húmeda.

 

"Tengo que reconocer que eso parece emocionante" contestó Eirys, con una leve sonrisa en su rostro. "Pero, ¿no era peligroso viajar solo? Hay peligros allá afuera"

 

"Por supuesto que sí", respondió él con una sonrisa astuta. "Pero también había recompensas. Me encontré con mucha gente interesante durante mi época de comerciante, entre ellos algunos personajes muy singulares",

 

Ella soltó una leve carcajada, disfrutando de la historia de Cal. Pero pronto, la risa se desvaneció, y sintió de nuevo la tristeza y la opresión de su situación.

 

"Ojalá hubiera podido vivir una vida así", susurró Eirys, con una mirada vacía en sus ojos.

 

Cal se giró hacia la pared y apoyó su mano sobre ella. "No te preocupes, amiga. Todavía tienes mucho por delante. Y quién sabe, tal vez puedas encontrar algo más emocionante que ser un comerciante ambulante", dijo, tratando de reconfortarla.

 

Eirys asintió, agradecida por la presencia de Cal en ese momento oscuro. Por primera vez en mucho tiempo, sintió un poco de esperanza en su corazón.

 

"Oh, es cierto… Perdóname por haber provocado que te tiraran agua fría encima, y por dejarte empapado y congelado", se disculpó Eirys, sintiendo una oleada de culpa por arrastrar a alguien más a sus problemas.

 

"¿Esto? No es nada. Se necesita mucho más que un poco de agua para herirme", respondió Cal sonriendo mientras flexionaba sus pequeños y casi nulos músculos.

 

"¡Achu…!"

 

En ese momento, un fuerte estornudo resonó del otro lado de la pared.

 

Eirys se sobresaltó al escuchar el estornudo y miró la pared con preocupación.

 

Ese sonido no podía significar nada bueno, especialmente considerando las condiciones insalubres de su celda.

 

"¿Estás bien?", preguntó Eirys, acercándose a la pared para intentar escuchar algo más.

 

"Ah, S-Si no te preocupes, me pondré bien en unas horas. No es la primera vez que me pasa. Pero… creo que es mejor que no te acerques demasiado a la pared", advirtió Cal con tono preocupado.

 

Ella soltó un suspiro alejándose de la pared y esperando que de verdad no fuera nada grave.

 

"Ah… Bien, supongo que para compensártelo te contaré un poco sobre mi vida antes de acabar aquí", dijo, recostándose en el suelo y mirando al techo con nostalgia.

 

"Me crié en el Bosque del Wyvern Negro, donde mi padre era el líder de nuestro clan. Mi madre…"

 

De repente, un fuerte grito del guardia interrumpió su historia. "¡Su comida! ¡Coman y no se mueran hoy!",

 

El ruido de la espada del guardia al golpear las rejas de la celda anunció la llegada de la comida.

 

Eirys y Cal se abalanzaron sobre la bandeja de plata, ansiosos por saciar su hambre con los pequeños trozos de carne, el pan fresco y el vaso de leche hervida que habían dejado allí.

 

Mientras devoraban la comida en silencio, Cal comentó sobre la calidad de la comida. "¿No te parece extraño? ¿Esta comida no es demasiado buena comparada con los días anteriores? Incluso nos dieron algo de carne",

 

Eirys asintió con la cabeza, sabiendo que algo estaba cambiando en la forma en que eran tratados. "Supongo… ¿Tarion tendrá algo que ver con este cambio?",

 

"Tal vez", respondió él, saboreando cada bocado de carne. "Al menos es un buen comienzo para que las cosas empiecen a mejorar. Ya había olvidado el delicioso sabor de la carne",

 

La esperanza volvió a brillar en los ojos de Eirys, pero la cautela la mantuvo alerta. A pesar del cambio en la calidad de la comida, sabía que su situación seguía siendo peligrosa y debía permanecer vigilante.

 

Cuando terminaron su comida soltaron un suspiro de satisfacción, se sentían llenos y relajados.

 

Al menos así fue hasta que Eirys sintió cómo su pelaje se erizaba.

 

"¿…?"

 

Al volverse para ver al oscuro pasillo divisó la figura de Tarion caminando por el pasillo hacia su celda. "¡¿Tarion?!, ¡¿qué haces aquí?! ¡Aún no estoy lista para ir contigo!", exclamó Eirys, acercándose rápidamente a los barrotes de su celda.

 

Pero Tarion la ignoró y siguió caminando hacia la celda de al lado.

 

Ella observó hasta que Tarion desapareció de su vista entrando a la celda de Cal.

 

Tarion entró y tomó a una joven de pelo oscuro por la cintura. La giró en el aire antes de abrazarla.

 

"¡Calis!, ¡mi pequeña al fin has sido bendecida con la oportunidad de participar en la ceremonia! Toma tus cosas, debemos partir lo antes posible, el Gran Señor espera", dijo Tarion hablando la lengua del Dios Bestia con total fluidez.

 

Eirys se sorprendió al escuchar a Tarion hablar la misma lengua que ella, lo que significaba que había estado ocultando sus habilidades de comunicación con los Beastfolk. Además, se preguntó quién era Calis y por qué Tarion había entrado en la celda de Cal.

 

"¿Quién es Calis? ¿Una compañera de celda de Cal?", se preguntó Eirys en voz baja al tratar de descubrir más información.

 

"¡A-Ah, señor Tarion, ¡deténgase por favor!", exclamó la voz de Cal, quien parecía incómodo con la situación.

 

Eirys se preocupó aún más, preguntándose qué estaba haciendo Tarion con Cal.

 

"Oh, mis disculpas, parece que me he emocionado demasiado. Es solo que… Siempre que pasaba por aquí te veía tan sola, así que traje a la pequeña de allí esperando que se hicieran buenas amigas.", dijo Tarion con una sonrisa al bajar a Calis de sus brazos.

 

Eirys frunció el ceño, aun desconfiando de las intenciones de Tarion. ¿Por qué estaba tratando de acercarse a Cal de esa manera?

 

"¿Te refieres a Eirys? Oh, bueno… Gracias. En realidad, es una buena chica", dijo Cal, ahora más cómodo en el suelo.

 

Ella se sintió un poco aliviada al escuchar a Cal hablar bien de ella, pero seguía preguntándose por qué Tarion había entrado en su celda y por qué estaba siendo tan amable con Cal.

 

"¿Eirys? ¿Entonces así es como se llama esa niña? ¡Bien hecho, Calis! Por esto eres una de mis favoritas", dijo Tarion con una sonrisa de satisfacción mientras le acariciaba la cabeza al entrar en la celda de Cal.

 

Eirys se sorprendió al escuchar a Tarion llamar a Cal por su nombre completo y dudó por un momento si había entendido correctamente. ¿Cal era una mujer? Eso explicaba su voz suave y delicada, pero ¿por qué no lo había dicho antes?

 

"Bien, Calis, es hora de irnos. La ceremonia debe comenzar", ordenó Tarion extendiéndole la mano.

 

"¿L-La ceremonia? P-Pero yo no tengo nada especial que mostrar en la ceremonia. ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? Por—", Calis tartamudeó nerviosa, retrocediendo un poco antes de que Tarion la interrumpiera.

 

"¡Calis! No te menosprecies a ti misma. Te convertirás en una gran mujer, estoy seguro, y una vez superes la ceremonia, no tendrás que vivir de esta manera nunca más. Vámonos", concluyó Tarion con seriedad, sin rastro de su sonrisa.

 

Calis estaba llena de dudas y no quería irse justo cuando había conocido a una nueva amiga, pero el temor que le inspiraba Tarion era demasiado para ella.

 

No le quedó otra opción que aceptar la gran y fría mano que le ofrecía.

 

"Buena elección, Calis", Tarion sonrió ampliamente al ver que la chica tomaba su mano. "¡No sabes lo feliz que me hará verte en la ceremonia! ¡Empezaremos los preparativos ahora mismo!", exclamó Tarion, saliendo de la celda con Calis.

 

Eirys se estremeció al oír a Tarion mencionar la ceremonia. Sabía lo que significaba y no deseaba más que escapar de ese lugar. Pero tampoco podía permitir que ese hombre se llevara a Calis.

 

"¡¿A dónde crees que vas?! ¡¡¡TARION!!!", exclamó Eirys al verlos pasar frente a ella.

 

Al oír su grito, la sonrisa de Tarion se retorció y se acercó a la celda sin soltar a Calis.

 

Tarion la miró a través de los barrotes. "Mi querida y dulce Eirys, parece que estás emocionada por participar en la ceremonia. ¿Ves? Te lo dije, la ceremonia era algo irresistible para ti. Pero lamentablemente, tu turno tendrá que esperar, ya que no mostrabas interés en participar. Decidí darte más tiempo, pasarás aquí las próximas semanas. Lo hice pensando en tu situación, seguro que necesitas prepararte bien, ¿no es eso lo que querías? ¿Tiempo?", se burló con una risa maliciosa.

 

Eirys apretó los dientes con fuerza, su corazón latía desbocado y sentía que todo su cuerpo temblaba. No le quedaba otra opción que aceptar la situación y esperar a que llegara su oportunidad de escapar. Sin embargo, su corazón se partió al saber qué le esperaba a Calis.

 

"Sí, definitivamente será lo mejor para ti. Espera pacientemente tu turno, pequeña. Es hora de irnos, Calis", dijo Tarion mientras se giraba y arrastraba a Calis consigo.

 

Eirys solo pudo verlos alejarse por el oscuro y largo pasillo. Su mente era un torbellino y no podía dejar de sentirse impotente.

 

La beastfolk sintió cómo se le rompía lo poco que le quedaba de corazón.

 

(¿Y decías que Tarion te aterraba? ¿Qué no eras capaz de plantarle cara? ¿Qué pensabas que yo era fuerte?), "¡Maldita sea! ¡Yo debería estar ahí!",

 

La beastfolk se vio inundada por una rabia que nunca había sentido antes. El dolor y la impotencia que había experimentado al ver a su amiga ser arrastrada por Tarion se transformaron en una ira feroz e incontrolable.

 

"¡¡¡TARION!!!", volvió a gritar con más fuerza y determinación.

 

Un rugido ensordecedor salió de su garganta haciendo temblar las cadenas que la sujetaban e hizo eco en todo el pasillo.

 

Las velas se extinguieron a su paso y las cadenas que pendían de las paredes empezaron a vibrar y retorcerse, como si fueran sacudidas por un terremoto.

 

La ira de Eirys era tan poderosa que alteraba su entorno, despertando algo oscuro y peligroso en su interior.

 

Ella sujetó las cadenas que la ataban con toda su fuerza, concentrando toda su energía en romperlas. Y, de repente, algo hizo *clic* dentro de ella y las cadenas se partieron en mil pedazos, liberándola de su prisión.

 

Eirys había liberado a la bestia que dormía en su interior y ya no había marcha atrás. Con un rugido que hizo temblar las paredes de piedra, se abalanzó sobre Tarion como una flecha envenenada, dispuesta a hacerle pagar por todo el sufrimiento que le había causado.

 

"¡…!"

 

Tarion se volvió con una expresión de asombro en el rostro, pero su sonrisa no se borró, sino que se ensanchó más y más. Eirys sintió una oleada de repugnancia hacia él, mezclada con un odio profundo.

 

Eirys apuntó con sus garras afiladas al cuello de Tarion, el punto más vulnerable de su cuerpo. Tarion, al ver sus intenciones, empujó a Calis detrás de él y usó su mano como escudo para protegerse del ataque de la beastfolk.

 

Con un movimiento ágil, se libró del agarre de Eirys y le propinó un puñetazo directo en el rostro, haciéndola retroceder. Eirys se tambaleó por un momento, intentando recuperar el equilibrio, mientras Tarion se preparaba para el siguiente ataque.

 

"¡Eirys! ¡Eres increíble! ¡Tu cuerpo y tu metabolismo han cambiado! ¡No dejas de sorprenderme!", exclamó Tarion con entusiasmo, mientras reforzaba su defensa.

 

"¡¡¡CÁLLATE!!!", rugió Eirys con furia mientras se deslizaba por las paredes de piedra, su corazón bombeaba sangre caliente en sus venas, ansiando encontrar una grieta en la defensa de Tarion.

 

Eirys no lo dudó ni un segundo y se abalanzó sobre él con un grito desgarrador. Extendió su garra izquierda hacia una de las piernas de Tarion, pero él la esquivó con un ágil salto. Eirys no se detuvo y atacó con su garra derecha, pero Tarion la bloqueó con su antebrazo.

 

Eirys sintió una oleada de frustración al ver que sus ataques no surtían efecto. Pero no se dejó llevar por la desesperación. Sus sentidos estaban agudizados por la adrenalina y el odio. Percibió una leve vacilación en la defensa de Tarion y sin pensarlo dos veces, aprovechó la oportunidad. Se lanzó contra él con toda su fuerza, dispuesta a acabar con su vida. La sonrisa burlona de Tarion se borró de su rostro al darse cuenta de su error, pero ya era demasiado tarde. Eirys le clavó sus garras en el hombro, haciéndole soltar un débil gemido de dolor.

 

Eirys se regodeó al ver la sangre brotar del hombro de Tarion. Había clavado sus garras en su carne con una fuerza brutal, disfrutando de su grito de agonía. Se apartó de él, jadeando por el esfuerzo y la emoción. Observó cómo Tarion se sujetaba el hombro herido con la mano, tratando de contener la hemorragia.

 

No pronunció ninguna palabra. No hacían falta. Sus ojos se encontraron en un desafío silencioso, cargado de odio y rencor.

 

Eirys volvió a lanzarse sobre él, confiando en su velocidad y ferocidad. Pero Tarion estaba preparado y esquivó su embestida con una ágil voltereta.

 

"¡...!"

 

Tarion contraatacó con un puñetazo certero hacia el cuello de Eirys, demasiado rápido como para ser evitado. Eirys intentó bloquear el golpe con su cola, pero fue inútil. Sintió un dolor insoportable al ver cómo su cola se partía en dos por la fuerza del impacto.

 

A pesar del dolor, Eirys no se rindió. Se recuperó y se puso en guardia para su siguiente ataque.

 

"¡¿A dónde fuiste?!", gritó ella, mientras Tarion aprovechaba el momento para escabullirse.

 

"¡Cuidado! ¡Eirys!", advirtió Calis desde lejos. 

 

Eirys se giró instintivamente, pero ya era demasiado tarde. Tarion había surgido de la oscuridad como una serpiente y le asestó el golpe final.

 

Eirys sintió un dolor agudo en su espalda, como si le clavaran mil agujas. El aire se le escapó de los pulmones y sangre le salió por la boca.

 

Tarion se detuvo un momento, observando a Eirys con admiración. "Has sido una oponente formidable, Eirys. Me hiciste sangrar y sudar como nadie. El Gran Señor definitivamente estará encantado contigo Eirys", le susurró Tarion al oído.

 

Eirys yacía inmóvil en el suelo, sin fuerzas para moverse o hablar. Su vista se volvía borrosa y su mente se nublaba. Tarion se inclinó sobre ella con una sonrisa y le acarició el cabello.

 

Eirys quiso apartarlo, pero él la sujetó con delicadeza. "Tranquila, Eirys. Estás herida, no quiero matarte aquí. Sería una pérdida lamentable",

 

Calis contemplaba la escena con horror, paralizada por el terror. El pánico y la angustia la invadían mientras veía cómo Tarion humillaba a su amiga. No podía creer que todo hubiera terminado así.

 

"¡Tarion! ¡Deja a Eirys en paz!", gritó mientras corría hacia él. Su corazón latía con fuerza en su pecho.

 

Tarion se puso en pie y se preparó para enfrentarse a Calis, dispuesto a reducirla también. Pero antes de que pudiera hacerlo, Eirys lo sujetó con fuerza del tobillo con sus últimas fuerzas.

 

"¡No… Tarion! ¡P-Para! D-Déjala… ir…", balbuceó Eirys con voz débil mientras caía al suelo y tosía sangre por la boca.

 

"¡E-Eirys! ¡No te mueras!", lloró Calis al correr hacia ella y abrazarla. Su corazón se partió al ver a su amiga en ese estado.

 

"Vaya… Parece que aún respira. Es una chica tenaz y con un gran espíritu. Por un momento me desconcertó, lo confieso. Pero ya todo acabó", dijo Tarion acercándose a ella e intentando consolarla.

 

Calis rechazó la mano de Tarion con furia y lo miró con desprecio. "No quiero tu compasión. ¡Todo esto es por tu culpa!", le espetó entre lágrimas, sus palabras llenas de resentimiento y dolor.

 

Tarion suspiró cansado, su rostro estaba serio y preocupado. "No deseaba que esto llegara tan lejos, pero las cosas se complicaron demasiado rápido", murmuró mientras separaba a Eirys de Calis, quien se resistía con fuerza.

 

Permaneció en silencio por unos segundos antes de actuar. Con un movimiento rápido, golpeó suavemente a Calis en la nuca y la dejó inconsciente en el suelo. Cargó a ambas en sus brazos y se desvaneció en la oscuridad del pasillo.

 

"Lo siento, Eirys, pero no pude cumplir tu deseo, era imposible", le dijo en voz baja.

 

"La ceremonia está por comenzar… Ambas llegarán tarde, ¿qué haré con ustedes?", se preguntó con un último suspiro, cargando a ambas en sus brazos antes de desaparecer entre la niebla y la oscuridad del pasillo.