Fausto estaba escribiendo una carta para sus padres, habÃan pasado cuatro meses desde que por fin habÃan llegado a la prestigiosa academia Tauth de Testenia. Fausto tarareaba una melodÃa alegre mientras la pluma plasmaba sus pensamientos en el papel.Â
*PUM
La pluma se desvió y arruinó la ultima letra de su palabra, "los quiero" a "los quieri" Fausto dejó la pluma a un lado, tomó la hoja de papel y la tiró a la basura.
"Lo siento." dijo una voz femenina atrás de él.
"Sola deja ya esa pistola, no vas a necesitar sables, pólvora, balas y mucho menos granadas."
"Se nota mucho que eres del reino humano."
"AsÃ." luego volteó y la miró. "¿Qué me delató?" preguntó con sarcasmo.
"Tu finita vida quizás"Â
Fausto volteó y redactó una nueva carta.
"Por Dilian, tengo que compartir habitación con una emecia adicta a la guerra."
"Hey, algún dÃa estás armas te salvaran la vida, o tal vez yo te salve la vida, me lo agradecerás algún dÃa."
"Jaja, por supuesto, es más probable que la diosa baje un viernes hacerme el desayuno a que se cumpla un delirio tuyo."
Sola se bajó de la cama y se dirigió hasta el escritorio de Fausto.
"¿Qué es eso?" Preguntó SolaÂ
"Esto es el sello de mi familia."
"¿Una moneda?"
"Mi familia administra la casa de la moneda de la Republica de Afren, asà que sÃ, el sello de mi familia está en las monedas del continente." Dijo orgullosamente.
"Que aburrido."
Fausto cerró los ojos.
"Mejor vuelve con tus granadas y déjame en paz, después de todo no eres más que eso, una fanática militar que nunca tocó un libro en su vida..."
Sola se molesto, y tomó una granada de su mochila.
"...Después de todo no eres más que una solitaria rojita arrimada a elfos que...."
Luego le quitó el precinto a la granada y la dejó en la mesa. Para después ponerse una máscara de soldador.
"...Claro que si hablamos... ¡SOLA!"
*BUM
La granada de aturdimiento estalló y Fausto cayó al suelo. Sola se reÃa mientras Fausto estaba en el suelo aturdido.
"Era una granada falsa."
"Falsa los huevos."
"Créeme Fausto, si la granada fuera real, ni podrÃas abrir los ojos."
La puerta se abrió la puerta violentamente.
"Miravis y Campana a la oficina del director."
"Helen, que ingenua mi querida amiga del reino fúngico."
"Sola, cállate, no soy tu amiga."
"Claro que sÃ." Sola tomó una granada y se la lanzó a Helen. "Ten un regalo."
"¡SOLA!" Gritaron ambos.
*Boom
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