Chereads / Cultivación prohibida (+18) / Chapter 99 - Nuevas condiciones

Chapter 99 - Nuevas condiciones

Pen salta sobre mí. La cojo en brazos. La llevo hasta la cama. Sin dejar de besarla. La dejo sobre el colchón. Le subo la túnica de esclava. Para mi sorpresa, lleva unas bragas de lencería negra debajo.

–¡Aaah! ¿Te gusta? Esa perra pervertida tiene muchos. Pero hoy no lleva. No le he dejado ponerse nada ¡Aaaah!

Le quito del todo la túnica. Lleva sujetador a juego. También negro. Con dibujos florales. Se transparenta donde no los tiene. Cojo su teta por encima. La beso. Restriego la otra mano sobre las bragas. Sin quitárselas. Pronto están empapadas. Las aparto hacia un lado, descubriendo su agujero, esperando ser llenado.

–Tú, perra, sirve a tu ama. Ocúpate de sus pezones– le ordeno a la estudiante que está por encima de mí en cultivación.

Obedece. Incluso sonríe. Temía haberme pasado. Mientras, yo pongo mi cabeza entre sus piernas. Mis labios y mi lengua buscando su interior.

–Espera, Kong. ¿Qué vas a hacer…? ¡¡AAaaaahh!!– protesta Pen.

Paso la lengua por sus labios inferiores. Muevo mis labios a su pequeña protuberancia. La chupo con suavidad. Con apenas qi. Ella se estremece. Arquea su cuerpo.

Mis dedos se introducen en su húmedo interior. Entran y salen. Mientras mi lengua y mis labios juguetean con sus zonas más sensibles.

–¡¡Aaaaah!! ¡Noo! ¡Kooong! ¡Aaaaah! ¡Tú, perra, no pares! ¡Plaf! ¡Aaaaah!

Gime. Se entrega al placer. Aunque tiene tiempo de degradar un poco más a la masoquista. Y de golpearla

Cuando se corre, me incorporo. La miro. Me devuelve la mirada. Jadeando. Expectante. Cojo sus piernas. Las abro. En forma de V. Me acerco. La penetro. Ella gime. Tirando la cabeza hacia atrás.

–Deja los pezones y chupa su coño– le ordeno.

Fen Huan obedece. Una de sus manos me acaricia el estómago. El culo. Las piernas. Sugerente. A menudo Pen la golpea. Entre gemido y gemido. Hace que se estremezca. Pero no de dolor. De placer.

Yo disfruto de Pen. De su interior. De sus piernas. Que a veces mordisqueo. De verla a mi merced. Disfrutando. Cuanto más excitada está, más fuerte pega a la pelirrosa. Y más disfruta también esta.

–¡Aaaah! ¡Maldita perra en celo pervertida! ¡¡¡HHHHAAAAaaahhh!!! Estás mojada de solo pegarte… ¡¡Aaaaaaahh!! ¡Mereces una lección!– amenaza Pen.

Fen Huan se estremece de placer y dolor. ¿Pen le ha pellizcado el clítoris? No tarda en volver a su "trabajo". Mientras yo me follo a su Ama. Que se agarra con fuerza a las piernas de su "esclava". Clavándole las uñas.

Cuando la lleno, al menos se ha corrido cinco veces. Está jadeando. Mirando al techo.

Saco mi miembro de ella y lo meto en la boca de Fen Huan. La cojo del pelo. Lo meto hasta el fondo de su garganta. Abusando de ella. Aunque con cuidado. No quiero hacerle daño de verdad. 

Reacciona moviendo ella misma la cabeza. Haciendo que entre y salga de su boca. Enrollándolo con la lengua. Pen se incorpora. La golpea en el culo.

–Maldita perra en celo– la insulta.

Aunque tengo la impresión de que no hay verdadera hostilidad en sus palabras. Quizás la hubiera la otra vez. Ahora parece más un juego.

Le aparto la cabeza. La hago mirarme. Cogiéndole de su pelo rosa. Está salivando. La boca abierta. La lengua ligeramente fuera. Su mirada anhelante. No se parece en nada a la que estaba combatiendo ayer.

Le hago darse la vuelta. La hago ponerse a cuatro patas. Pen la coge del pelo. Lleva su cabeza a su vagina.

–Vamos perra. Al menos sirve para algo. Chupa. ¡Aah! Así. ¡No pares solo porque te follan! ¡Vamos!

La cojo de la cintura. La penetro. Está empapada. Empujo en ella con fuerza. Dejándome llevar. Violando su agujero. Hasta el fondo una y otra vez. Sin descanso.

Aprovecho para absorber su qi. Con el de las chicas, puedo comprimir el mío. Pero es un proceso más lento que simplemente cogerlo comprimido. Observo también que tiene varias heridas. Superficiales. Muchas recientes. De hoy. Creo que Pen ha estado "jugando" con ella.

–Maldita perra. ¿Solo sabes gemir? ¿Estás contenta porque tienes una polla dentro? ¡Solo sirves para eso! ¡Mueve tu lengua, sucia perra! Lástima que no tenga a mano un palo para darte una lección– la sigue insultando, empujando la cabeza contra su entrepierna.

Se me ocurre que un látigo le iría bien. Tengo algunos. Los sacamos de los estudiantes que nos atacaron. De los que habían robado a otros. ¿Debería dárselo? No sé si es buena idea. Aunque, pensándolo bien, lo acabarán comprando. No hace falta que gasten cuando a mí me sobran.

–Tengo esto. Quizás te sirva– le ofrezco a Pen el látigo, sin dejar de empujar.

Ella lo coge al vuelo. Lo mira con curiosidad. Golpea al aire con él. Sonríe.

–¡Esto es justo lo que necesitaba! Vamos perra, te va a gustar.

Estoy un poco sorprendido. Apenas ha necesitado un par de movimientos para usarlo con cierta destreza. A las chicas y a mí nos costó bastante más cuando lo probamos. ¿Será su arma?

No tarda en estar flagelando a Fen Huan. Azote tras azote. Esta gime a cada latigazo. A cada embestida. Se corre de dolor y placer varias veces. Acaba exhausta cuando la lleno.

Tiene varias heridas en la espalda. Pero son superficiales. Se curan con un poco de qi.

Pen la coge del pelo. Le hace levantar la cabeza. Mirarme.

–Vamos, perra. Dale las gracias.

–Gracias amo Kong por follar a esta perra. Aunque no lo merezca. Por hacerme correrme tantas veces.

A pesar de la extraña situación, hay honestidad en su voz. Y pasión en su mirada. Aunque no por mucho. Pen la suelta y cae sobre la cama. Me las quedo mirando. Pensativo. ¿Quizás…?

–Pen, ¿has estado pegándola antes? ¿Piensas hacerlo todos los días?– le pregunto.

–Sí, claro. ¿Por qué? ¿Te parece mal? A ti te está bien, ¿verdad?– responde preocupada, preguntando a su "mascota".

¿Quizás cree que la estoy censurando? No era mi intención. No digo que no sea raro. Pero si a ellas les parece bien, no tengo nada que decir. Además, no le hace daño de verdad. Nada que un poco de qi no pueda reparar en poco tiempo. Y reconozco que resulta excitante.

–Ama Pen me pega porque lo merezco. No te parece mal, ¿verdad Amo Kong?– me mira de nuevo Fen Huan, casi suplicando.

–No es eso. El otro día, estaba ojeando manuales de cultivación del cuerpo. Vi uno que se basaba en ser golpeado una y otra vez. Y luego curar con qi, reparando el cuerpo y haciéndolo más fuerte. Quizás deberías mirarlo– sugiero.

–¡Claro! ¿¡Cómo no lo había pensado!? ¡Gracias Amo Kong!– responde Fen Huan, entusiasmada.

–Solo eres una perra en celo. Mañana ya está buscándolo. ¡Toma! ¡Por pervertida!– le responde y azota Pen.

Después las vuelvo a follar. A las dos. A Fen Huan analmente. Se había preparado. Pen la ha hecho ponerse en una posición un tanto rara. Con la cabeza sobre la cama mirando hacia arriba. Con su cuerpo girado hasta tener sus nalgas por encima de la cabeza. Sus pies sobre la cama, junto a la cabeza. Abiertas. Mostrando el culo.

Yo la penetro analmente desde atrás. Sujetándola de las nalgas. Mientras, Pen está de pie. Practicando con el látigo sobre su víctima. La hago correrse hasta que pierde el conocimiento. Luego voy a por Pen.

Esta vez lo hacemos suave. Aunque tengo que quitarle el látigo. Se ríe. Me besa. Parece más feliz que nunca. Sigue siendo una esclava. Pero a la vez no lo es. También parece que le gusta ser el "Ama".

No he podido decirles que no. Así que hoy se quedan conmigo. Por eso tengo que dormirlas un rato. Para follarme a mis esclavas. Probando como a Fen Huan. Aunque sin azotarlas con un látigo.

Las chicas me miran incrédulas cuando les cuento. Pero las pruebas están ahí. Durmiendo desnudas sobre la cama. Sin duda, se alegran por Pen. Aunque aún les cuesta creerse esa faceta de ella. O de Fen Huan. Y ninguna se anima a algo parecido. Quizás pueda atarlas, pero no les gusta el dolor. Algunas ya lo han sufrido suficiente. Otras no quieren saber nada.

Miro a las gemelas. Cuando las he ido a buscar, estaban bastante animadas.

–Hemos estado investigando como funcionan los meridianos. En realidad, resulta muy fácil sabotearlos un poco. Basta con alterar el qi. Aunque hace falta algo de práctica para conseguir bajarlos exactamente lo que quieres– explica Yu.

–¡Es una buena noticia! ¿Cómo se hace exactamente?

–La información tiene un precio– se niega a responder Yi, insinuante.

La cojo por sorpresa. La atraigo hacia mí. Nuestros labios casi tocándose. Nuestros ojos mirándose.

–¿Qué clase de precio?– le susurro.

–Empieza por besarme– responde, sin dejarse intimidar.

–Después tendrás que pagarme también a mí– interrumpe Yu.

–Shi y yo también nos merecemos un premio– interviene Song.

Wan y Lang miran a Liang, sin saber qué decir. Esta sonríe.

–No nos dejarás a nosotras de lado, ¿verdad?– dice esta, sugerente.

Evidentemente, no. Así que, una a una, reciben su premio. O yo el mío.

—————

Hoy era el último día del torneo. Han pasado tres días desde que Fen Huan compró a Pen. Parece estar bien. Si me la encuentro por la secta, Pen puede pararse a charlar sin problemas. Nadie la molesta. Es una esclava personal, no de la secta. Aunque sigue siendo una esclava. Tiene que ir con cuidado de no provocar a nadie. 

Parte del tiempo, lo dedica a disciplinar a la masoquista. Consiguió el manual de cultivación de cuerpo. Lo están poniendo en práctica. Además, le consiguió uno a Pen. De látigo. Así puede practicar y azotarla con más fuerza.

Otra parte del tiempo lo dedica a cultivar. Me gustaría decirle que no hace falta. Que yo ya la ayudo. Pero no puedo. Por ahora.

También hace algunos encargos para Fen Huan o para mí. Me han exigido que la mande cuando lo necesite. No puedo negarme. Pero tampoco hacerla trabajar demasiado. Excepto en la cama.

Sé que a veces también ayuda a las otras esclavas. Nada se lo prohíbe. Solo podría hacerlo su dueña, pero no está en condiciones de hacerlo.

En cuanto al torneo, todos hablan de un discípulo élite en cuerpo que ha ganado la competición. De su espada a dos manos. De no sé que técnica de fuego. Quizás debería haber ido a verlo. Pero estaba ocupado follando a un par de pervertidas. Han dicho que se quedarían durmiendo todo el día.

Era su recompensa por haber subido a la etapa seis. Sexo hasta que no han podido más. Han subido las dos el mismo día. Estaban diciendo que eran increíbles por haberlo logrado en apenas un año. No saben que han recibido algo de ayuda. Aunque son adorables. Pervertidamente adorables.

Lo mejor de todo ha sido el anuncio. Ahora, nadie podrá pedir un esclavo a no ser que esté tres veces por encima de su nivel. Ni siquiera molestarlo. Los castigos son severos. Las compensaciones por hacerles daño suben con el nivel. A nivel cuatro, me parecen totalmente exorbitantes. Incluso hay castigos más allá de puntos. Sobre todo, si el daño es irreparable. Con ello, debería acabarse con la principal fuente de problemas. La envidia de los estudiantes.

No estarán fuera de todo peligro, pero es un cambio sustancial. Puedo verlo en los ojos de muchos de ellos. Un atisbo de esperanza. Shu casi estaba llorando. Y dándome las gracias. Dice que soy un héroe para los esclavos. No sé si era mejor que no se supiera. Ya no puedo cambiarlo.

Luego, me ha follado con pasión. Sirviéndome. Intentando hacerme sentir bien. Y lo ha conseguido. Ojalá pudiera tenerla más tiempo. Lo curioso es que, cuando se va, se detiene un momento. Parece que está hablando con alguien. Y ese alguien resultan ser tres. Llaman a mi cabaña.

–¡Sai, An, Dandan! ¿Cómo habéis estado?– las recibo.

Estaba preocupado por ellas. Aunque siguen siendo esclavas, no van vestidas como tales. Es algo parecido al uniforme de estudiante, aunque de otro color. Se las ve sonrientes. ¿Quizás algo nerviosas? Dandan se está mordiendo una uña.

–Estamos bien. Gracias a ti. ¿Podemos pasar? Hay algo de lo que nos gustaría hablar– me pide Sai.

–Claro, pasad. Sentaros sobre la cama, no tengo muchas sillas– ofrezco.

Ellas se sientan. An y Dandan a mi izquierda. Sai a mi derecha. Noto su mirada penetrante. Quizás lo imagino. La verdad es que me gustaría besarlas.

Sai saca algo de la nada. Tiene un anillo de carga. ¿Una camisa? ¿Una malla?

–La maestre nos dio esto para ti. Como agradecimiento por la ayuda. Aunque no nos ha dicho el porqué. Puede llevarse debajo de la ropa. No se nota, y te protegerá– me explica.

Las tres me miran inquisitivas. Me gustaría contárselo. Pero cuanto menos personas lo sepan, mejor.

–¿Está bien aceptar esto? Debe ser muy caro.

–Ahora es tuyo. Nos ha prohibido traerlo de vuelta. Haz lo que quieras con él– sentencia An.

Parece que tengo que aceptarlo. Espero que no sea un problema.

–Hay una cosa más que nos gustaría pedirte. ¿Querrás… tener sexo con nosotras?– me pide Dandan.

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