Un majestuoso fénix de plumaje resplandeciente surcó los cielos, su vuelo majestuoso y sus alas desplegadas como estandartes de fuego. Su travesía culminó en un palacio de mármol, cuyas cúpulas centelleaban bajo la luz dorada del atardecer. Con un suave batir de alas, la criatura se transformó en una mujer de largo cabello oscuro, su presencia irradiaba una calma profunda. Vestida en una túnica blanca, bordada con hilos de plata que formaban antiguos símbolos, la mujer cruzó los umbrales del palacio con una gracia serena. A su paso, las reverencias de la corte resonaron como una oda a su llegada. Ante el trono de ébano, un hombre de largos cabellos plateados, atados en una coleta que dejaba caer dos hebras a los costados de su rostro, con los ojos recubiertos por una venda que evocaba una sensación de misterio, reposaba en una postura aparentemente casual, con los pies descalzos sobre el trono. A pesar de su singular actitud, su mirada profunda y serena infundía una majestuosidad indiscutible. La mujer se inclinó con respeto. "Señor, todo está listo", su voz resonó en la sala, llevando consigo una sensación de antigua sabiduría. Deslizándose del trono con una gracia etérea, el hombre se unió a la mujer, quien lo siguió en silencio mientras avanzaban hacia la salida de la sala. "Prepárense para la batalla", ordenó, su voz resonando con una determinación que infundía valor en los corazones de aquellos que la escuchaban. "Convocad a todos los discípulos. Iremos a luchar contra los demonios". En los exuberantes jardines del palacio, entre estanques serenos y pabellones de jade, el maestro del palacio, Ye Yun, y la dama Su Yao compartieron una pausa. Ye Yun buscó los ojos de Su Yao, su mirada profunda y comprensiva. "Cuéntame los detalles", instó con suavidad. Su Yao asintió, su voz resonando con urgencia: "Los demonios están invadiendo todos los reinos. Su furia es despiadada, dejando tras de sí un rastro de desolación". Una sombra de preocupación cruzó el rostro de Ye Yun, pero su determinación no vaciló. Como emperador de los humanos y líder de la Secta Loto Divino, Ye Yun reunió a los discípulos en un amplio patio. Millones de almas se congregaron, desde humanos hasta seres cuyas mutaciones revelaban una conexión profunda con la esencia de la naturaleza. Ye Yun les habló con voz firme: "Sois los guardianes de la justicia, los pilares en los que el mundo confía. Los demonios buscan sembrar caos y destrucción entre los más débiles. A partir de hoy, os encomiendo la sagrada misión de erradicar todo demonio enloquecido que os encontréis. Vuestra valentía será recompensada, y vuestra determinación será la luz que guíe nuestro camino en esta oscura hora".Han pasado cincuenta años desde que comenzó la guerra contra los demonios. Los discípulos supervivientes han regresado a la secta, y aquellos que lucharon contra los demonios portan consigo noticias de gran importancia." Ye Yun, todos han regresado y traigo noticias", anunció Su Yao. Cuéntame", instó Ye Yun, su mirada expectante." La emperadora demoniaca retiró a los demonios a cambio de que luches contra ella en un año, o de lo contrario, atacarán con todo lo que tienen", reveló Su Yao, su voz cargada de seriedad y determinación. Un año después, Ye Yun cruzó un portal que lo condujo a una dimensión donde lo aguardaba la emperadora demoniaca. Allí, ella expresó las condiciones de la batalla de manera clara y concisa: "Aquel que muere perderá todo", insinuando que una raza completa podría extinguirse. Sin más palabras, se lanzaron a un feroz combate cuerpo a cuerpo. Tanto humanos como demonios observaban con nerviosismo, conscientes de que los dos guerreros más poderosos de cada raza se disputaban la supervivencia. Después de horas de encarnizada lucha, la reina demoniaca ascendió a los cielos, invocando su dominio con las palabras: "Dominio del Vacío Oscuro". En ese instante, el cielo se oscureció por completo. Sin titubear, Ye Yun también activó su dominio, proclamando: "Dominio del Espacio Restringido". En un abrir y cerrar de ojos, el suelo se transformó en un caótico paisaje de cubos y picos de diversas formas y tamaños. Los cubos intentaban aprisionar a la emperadora, mientras la oscuridad amenazaba con engullir al emperador. Viendo que los dominios estaban igualados en fuerza, la emperadora demoniaca convocó su resonancia, anunciando: "Corazón Demoníaco". En el siguiente instante, su cabello negro se tornó blanco y descomunalmente largo. Dos cuernos rojos surgieron en su frente y siete brechas se abrieron en su dominio, de las cuales emergieron siete poderosos brazos. Ye Yun, sin inmutarse, utilizó sus cubos en un intento desesperado de sellar los brazos, pero fue en vano. La emperadora lo acorralaba con su nuevo poder, sin darle tregua. En un último recurso, Ye Yun activó su resonancia, declarando: "Cuerpo Innato Espiritual, Cinco Sellos". En un estallido de poder, su largo cabello blanco se transformó en un dorado resplandeciente, coronado por una corona que se extendía de lado a lado en su cabeza. En su espalda, se manifestaron cinco círculos hechos de inscripciones incomprensibles, emanando majestuosidad y un poder abrumador.La confrontación entre Ye Yun y la emperadora demoníaca se convirtió en una sinfonía caótica de poderes ancestrales. Cada cubo, intrincadamente inscrito con símbolos olvidados, era un testamento a la antigua magia que se desataba en ese lugar sagrado. Mientras las manos de la emperadora descendían en un ataque imponente, Ye Yun respondió con un gesto certero, invocando la "Restricción de Dragón". Un cubo ascendió hacia el cielo, liberando una criatura Serpentina que se abalanzó hacia la emperadora. Sin titubear, las manos de la emperadora se convirtieron en un escudo impenetrable que protegió su cuerpo de la embestida del dragón.Mientras tanto, otros cubos se alzaban en el aire, liberando una serie de criaturas mitológicas: fénix, tigres, ku peng y más. La escena se transformó en una danza de poderosos ataques y defensas, cada movimiento una manifestación de fuerzas inimaginables.En un instante de distracción, la emperadora desapareció en las sombras y surgió con su alabarda en un ataque preciso. Ye Yun, al percatarse del peligro inminente, activó su ley del espacio en un intento desesperado por escapar. Sin embargo, la alabarda de la emperadora cortó a través del espacio mismo, cercenando una de las manos del emperador. Un grito de dolor resonó en la dimensión, reverberando como un eco de desafío.