Antes de dormir, siempre pensaba en una vida que no podía tener, las limitaciones de la ficción con la realidad son enormes, pero mi corazón y mi gran imaginación nunca me traicionó al momento de imaginar lo que tanto deseaba.
La escuela es aburrida, mis compañeros de clase son torpes, sinceramente no los comprendo... Tal vez es porque ellos no ven al mundo como yo lo miro, (pensé aquello con ironía y nostalgia).
Aún soy considerado un joven debido a mi edad, asisto a una escuela antigua de la ciudad, nada extraordinario sucede por aquí, y eso cansa.
Cada mañana, antes de salir de casa, en el camino me pierdo en mis pensamientos creando historias que estaba seguro nunca sucederían, tales:
"Yo caminando hacia un lugar querido y admirado"
"Yo yendo a salvar a la chica que amo"
"Yo ayudando y siendo algo parecido a un héroe"
Sin embargo, esto nada más quedaba en mi cabeza en el momento, porque rápidamente recordaba en donde estaba y quien era yo, NADIE.
En un día cualquiera, me encontraba caminando hacia un supermercado cercano. Antes de abandonar mi casa, pensé mucho en sí debía salir, ya que tenía mucha pereza. Aún así decidí ir porque tenía que comprar algunos productos importantes que me encargaron en casa.
Ahí iba yo, con las manos dentro de las bolsas de la sudadera, cuando de pronto, en la calle próxima a cruzar para llegar a la tienda, un especie de portal se abrió en la acera de la calle. Con curiosidad me acerqué lentamente, crucé la calle y observé más de cerca el supuesto portal, el cual tenía un extraño símbolo en forma de H.
Me sacudo la cara para asegurarme que lo presenciado sea real y no un sueño, claro está, no estoy soñando. Siento un miedo nunca experimentado recorriendo todo mi cuerpo, cuando sin previo aviso escucho una voz provenir del portal, "¡Ven, Ando!"
"¡Te necesitamos aquí!"
"¡Por favor!"
Esta voz.... ¿Es de una chica? No lo sé, pero sin duda es una súplica genuina de ayuda, y además dijo mi nombre...
Mi mente, en una pequeña fracción de segundo, de alguna forma captó la realidad que estaba viviendo, el mensaje y lo que estaba sucediendo.
"¡Por favor!"
"¡¡¡Ando, ayuda!!!"
Siento un escalofrío en mí, de verdad está diciendo mi nombre. Decido dar un paso adelante, pisando adentro del portal, por supuesto no soy tonto, y se lo que está próximo a ocurrir.
En un abrir y cerrar de ojos, me encuentro en otro lugar, un lugar al cual desconozco, un lugar antiguo y sin la tecnología a la que estoy acostumbrado.
Ando— ¿En dónde estoy?
Es de noche y no veo por ninguna parte el origen de la voz que me llamaba.
Ando— ¿Ahora que voy hacer?
Pensé un poco exaltado y con fuerte dolor de cabeza.
Transeúntes caminan vistiendo ropa desgastada, los hombres en su mayoría utilizan un chaleco encima de una camisa blanca, por su partes las mujeres visten de ropa estilo aventureta.
Algo me queda claro, esto no es el presente, no veo automóviles, edificios, aparatos inteligentes, en cambio observo casas de madera y paja, caballos siendo utilizados como medio de transporte y desigualdad social. Sin mencionar que los civiles tienen características distintas, como si fuesen de razas distintas, realmente estoy metido en un problema.
Intento incorporarme a mis sentidos y decido acercarme a un viejo anciano que caminaba muy cerca de mí.
Ando— Disculpe, señor: ¿Cómo se llama esta ciudad y en qué año estamos?
Viejo— ¿Ehhh? ¿Qué dices muchacho?
Viejo— ¿Qué clase de pregunta es esa? Esta es la capital más importante del mundo, la honorable cuudad Westay.
Viejo— Y ni de que hablar sobre el año, este es el 1312 d.c.
Ando— Gracias señor.
Que suerte... Al parecer aquí hablan español.
Decido alejarme lo antes posible para no llamar la atención, no sé de qué son capaces de hacer estás personas a lo desconocido. Aún conservo mi ropa moderna, un par de monedas y billetes que no creo me sirvan en este lugar.
Mientras camino sin rumbo fijo, miro un gran rótulo el cual llama mi atención, en el está escrito: "Hospedaje para aventureros".
Yo no tengo donde dormir, así que me apresuro hacia la tienda con la fe de que me dejen por lo menos hospedarme por esta noche.
Una joven mujer parece ser la recepcionista, esta tiene unas estrañas orejas y una largar cola, no parece malhumorada y gracias a eso pierdo un poco la presión y le pregunto:
Ando— Perdón, ¿Tiene una habitación disponible?.
Recepcionista — Si claro, para un persona, ¿Verdad?.
Ando— Sí, así es.
Ando— Pero no tengo dinero para pagarle..
La chica se me queda viendo por un par de segundos cerrando un poco los ojos, al cabo de un instante desliza una llave por el mostrador hacia mí.
Recepcionista— Es la habitación 14, al final del pasillo subiendo las escaleras.
Recepcionista— Espero disfrutes tú instancia, en unos minutos te llevaré cubetas de agua caliente y unas velas de respuesto.
Ando— Señorita, se lo agradezco mucho, de verdad no tengo como pagarle.
Recepcionista— No te preocupes, afuera es muy frío para dormir, y más aún con las cosas que suceden por ahí.
Ando— Le prometo que cuando consiga dinero le pagaré, gracias por todo.
La dama asiente felizmente con la cabeza y los ojos cerrados para despedirme así del mostrador. El cuarto es pequeño, pero justo con lo que necesito, una cama con sábanas para dormir y pensar bien todo lo que ha pasado.
Cansado mentalmente, decido acostarme en la cama, aún con la ropa y zapatos puestos para aliviar un poco el intenso e incómodo dolor de cabeza que siento. Creo que no pasó ni un minuto, cuando ya estaba perdido en mis sueños, llegué a escuchar que tocaban la puerta, pero mi cansancio lo ignoró y continuó descansando.