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En una elegante cafetería de Paris, dos jóvenes se encontraban degustando de un café, mientras hablaban sobre aquellos extraños chicos que se hacían llamar los Bladebreakres.
— Asi que son los campeones asiaticos y estadounidenses — comentó el peliverde
— Son chicos muy interesantes — bebió de su taza — en especial Kai.
— El que llegó contigo?
La ojiazul asiente, en verdad consideraba al bicolor como el más fuerte del equipo, su poder en batalla había logrado llamar su atención.
— Johnny se enfadará por tu interés en Kai. — bromeó Oliver
— Él se enfada por todo.
— Sobre todo cuando se trata de tu atención — dijo de manera pícara provocando un leve rubor en los pómulos de la ojiazul, quien no pudo evitar mirar hacia otro lado.
— No juegues, Oliver.
El peliverde sonrió de lado, para él era evidente el interés amoroso que tenía su temperamental amigo sobre la ojiazul pero le costaba reconocerlo.
— No era broma — susurró el francés
— Dijiste algo?
— No es nada — sonrió — Quieres ir al museo? — preguntó cambiando de tema, no le correspondía hablar sobre lo que sentía el escocés. Además, deseaba que la ojiazul pudiera distraerse para olvidar aquel mal momento con los Dark Bladers, quienes al parecer buscaban adueñarse de su bestia bit para vengarse de los campeones europeos. Sin embargo, el peliverde aducía que no debía preocuparse, ahora que tenía a Serenity a su lado, aquellos dementes no serían un problema para ella o el equipo japonés — No te preocupes por esos chicos.
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En una zona dominada por Bladers callejeros, el capitán del equipo japonés yacía de pie frente a un desgastado beyestadio, donde había derrotado sin problema a los bladers presentes. Ninguno era un digno rival para su fénix.
— Me dirás todo lo que sabes acerca de estos beyluchadores — espetó de forma amenzante mostrando dos revistas, una era de la BBA Francia, donde salía el peliverde sosteniendo un trofeo de campeonato, en la otra podía apreciarse a la ojiazul, en lo que parecía ser un teatro — Quiénes son? — preguntó con seriedad
— Oliver es el campeón de Francia — comentó con temor aquel chico de pañoleta roja — Es uno de los 4 representantes de Europa.
— Y ella? — señaló una revista donde salía una fotografía de la ojiazul, la cual llevaba puesto un elegnte vestido negro y tenía suelto su cabello.
— Es Aria Tornatore, La Sirena de Europa, se le conoce de esa forma por su voz — Ahora todo era claro para el bicolor, al ser extranjeros no habían reconocido a la ojiazul pero sin duda los demás sí, por eso llevaba consigo los lentes y boina, en un intento por pasar desapercibida. — Es la hermana del campeón de Italia.
Aquello llamó la atención del ruso japonés, así que la europea era familiar directo de uno de los Beyluchadores que buscaban, según lo dicho, la rubia se dedicaba a cantar ópera, a diferencia del italiano no jugaba a nivel profesional, por lo que rara vez se la veia en una batalla.
— No lucha? — preguntó recordando haberla visto portar un Beyblade. Sin embargo, aquel chico negó, aduciendo que únicamente se limitaba al canto. No comprendía por qué preguntaba por aquella joven pero algo lo inquietaba.
«Su bestia bit...» pensó
Vagamente recordaba haber escuchado a Voltaire hablar acerca de espíritus sagrados con forma semi humana. Según él, estas contenían un gran poder. Uno que las diferenciaba de las demás bestias sagradas.
— Se sabe que su bestia bit es una sirena. — comentó el blader — Cuidate del canto de la Sirena y el cuerno del Unicornio. — esbozó con un leve temblor corporal.
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Museo de Louvre
Dos jóvenes se encontraban observando las pinturas en completa calma, no había duda que aquella actividad resultaba sumamente entretenida para ambos europeos, quienes habían dejado el tema de los Bladebrakers parcialmente de lado, para centrar su atención en las bellas obras de arte, después de todo, el Francés había reprendido lo suficiente a la europea, por haber mantenido silencio ante la aparición de los Dark Bladers.
— Te reunirás con Hiwatari? — preguntó con curiosidad
— Le dí mi palabra. — respondió con aparente calma — además, es lo mínimo que puedo hacer por ellos.
El francés suspiró con cansancio, aduciendo que aquellos chicos ya no se encontraban en peligro, por lo que no creía necesario dar mayor detalle al bicolor. Sí bien los Dark Bladers resultaban insignificantes para el peliverde, lo último que deseaba era verse involucrado nuevamente con esos perdedores o que se extienda el rumor que unos fenómenos se habían obsesionados con él. Por lo que procedió a centrar su atención a la bella pintura que yacían contemplando, al menos hasta que una conocida voz lo sacó de sus pensamientos.
— Los encontré! — exclamó un iracundo japonés, atrayendo la mirada de los presentes, quienes se mostraban asombrados, se suponía nadie tenía acceso al museo.
— Tyson? — cuestionó con incredulidad la ojiazul — Cómo lograste entrar?
— Vaya, eres tú — sonrió de lado el peliverde — estás viendo los lugares más importantes de todo París?
Al fijar su vista en ambos, el azabache le recrimina al peliverde por dejarlos fuera del museo, esto tomó por sorpresa ambos europeos, quienes no consideraban estar haciendo nada malo. Sin embargo, el japones parecía enojado por lo que el europeo procede a detenerlo alzando una de sus manos con autosuficiencia, procediendo a presentarse adecuadamente y tener una charla más civilizada.
— Por qué alquilaste toda la galería sólo para ustedes? — preguntó enojado, alegando que su amigo tenía muchas ganas de poder presenciar aquellas pinturas.
— Disfruto venir aquí a contemplar las obras de los grandes artistas — respondió el francés
— Y tienen que hacerlo solos? — acusó
— Claro que sí — respondió entrecerrando los ojos, en verdad podía ser muy caprichoso sin darse cuenta, pero la directa sinceridad del japonés sobre su actitud egoísta pareció hacerlo meditar — ...No creí que estaba haciendo infelices a tantas personas.
Tras meditarlo unos minutos, el Francés procedió a ponerse de pie, esto sorprendió a la ojiazul quien lo observaba con curiosidad, sin duda Oliver no era de los que cancelaban su día de arte en el Louvre, no por un aficionado. Sin embargo, no pudo evitar aceptar su mano cuando esté la extendió para ayudarla a ponerse de pie y acompañarlo.
— Oigan a dónde creen que van?! — exclamó Tyson
— A mi restaurante, por supuesto — respondió con simpleza el francés, señalando a lo lejos un pequeño reloj de pared, el cual señalaba la hora de almuerzo — aceptarías almorzar con nosotros?
La invitación de Oliver tomó por sorpresa a la europea, quien sonrió de lado al escuchar la afirmativa del japonés, había algo en ese grupo de chicos que le resultaba interesante, aún no entendía qué era pero le producía una agradable sensación.
Al salir del lugar, el curador del Louvre pretende detener al japones pero fue detenido por Oliver, quien ordena que lo suelten, aduciendo que es un buen amigo suyo, esto sorprendió al castaño, quien alegaba que había pasado menos de 15 minutos como para formar una amistad. Ante esto, el de gorra intentó relajarlo, aduciendo que el francés se disculpó y que lo invitó a almorzar a su restaurante.
— Naturalmente tú también estás invitado — comentó el peliverde antes de marcharse a la par de Tyson y Aria, dejando atrás a un muy agobiado Kenny, quien lo único que quería era ver la Monalisa.
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RUSIA
Abadía Valkov
Un pelirrojo de gélidas orbes ártico se encontraba saliendo de la sala de entrenamiento, su fría mirada hacia que los reclutas le abrieran paso, muchos con temor, otros con respeto, pues aquel pelirrojo no sólo era el mejor Beyluchador de la abadía, era el líder de los Demolition boys, el equipo que representaba a Rusia en el Campeonato Mundial.
Una vez en el pabellón con dirección a las habitaciones, el pelirrojo se detiene al escuchar el bello cántico de una joven. Al parecer uno de los científicos había encendido la radio mientras experimentaba con los últimos reclutas que habían ingresando a la abadía. Aquella voz inundaba el extenso y oscuro pabellón, no tenía un extenso conocimiento sobre música pero podía distinguir que se trataba de ópera italiana.
— Esa voz...— susurró
Había algo familiar.
Nieve
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Una niña llorando
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Una extraña melodía.
Breves recuerdos venían con fuerza a su mente, sin duda era su pasado, cuando aún era Yuriy Ivanov, pero todo había cambiado. Ahora su nombre era Tala, no necesitaba su pasado.
En la abadía nadie tenía pasado.
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FRANCIA
En un elegante restaurante Tyson devoraba velozmente todo lo que estaba en su mesa, el menú consistía en siete platos y el japones iba por el décimo.
— Esta realmente bueno! — halagó Tyson
— Me fascinan - comentó Oliver cruzando los brazos emocionado — Todos los finalistas son tan inexpertos como ustedes?
— Oliver! — regañó la ojiazul
— No parecen haber llegado a un nivel alto, Aria.
Al escuchar aquello, el de gorra no pudo evitar levantarse enojado, se sentía insultado. Sin embargo, antes que pudiera decir algo fue detenido por su compañero.
— Es mejor de lo que crees — defendió la ojiazul llamando la atención del europeo.
— En serio? — preguntó con interés, sabía que la ojiazul no tomaba en serio a cualquiera — entonces luchemos.
Los tres se mostraron sorprendidos por sus palabras. Sin embargo, procedieron a seguirlo hasta el majestuoso parque de Luxemburgo, donde un gran grupo de admiradores se encontraba rodeando el plato de batalla del peliverde.
— Creí que lucharías — comentó con desconcierto el de gorra, al percatarse que la europea actuaría como árbitro
— No soy a quién tienes que vencer, niño — esbozó con gesto calmo. Sin embargo, antes que el azabache pudiera retirarse, fue sujetado por la ojiazul, quien pareció meditar sus palabras — Tyson...
El mencionado se detuvo observándola fijamente.
— Oliver es muy fuerte — advierte con seriedad
— No perderé.
La europea no pudo evitar sonreír de lado, sin duda aquel chico se tenía mucha confianza.
— listos? — observó a ambos contendientes — 3, 2 ,1 Let it rip.
El beyblade de peliverde evadía fácilmente los ataques del japonés, aduciendo que este sólo jugaba con el corazón y no con la cabeza, lo que para el Francés no servía en una batalla, sin estrategia toda acción es obsoleta.
— El beyblade un juego de estrategia, no de sentimientos.
Ante lo dicho, el japonés espetó que el peliverde no utilza ninguno, pues si bien su juego era profesional, era demasiado frio y carente de sentimiento, sin mencionar la forma en la que trataba a su bestia bit. Por otro lado, no podía negar que tenía un buen equilibrio entre la defensa y el ataque, por lo que si no actuaba rápido perdería. Por ello decidió invocar a Dragoon, provocando que los europeos observaran con sorpresa aquel majestuoso dragón azulado. Al verlo, la ojiazul no pudo evitar recordar por una fracción de segundo a aquel chico de orbes árticos.
Nieve
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Una niña llorando
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Una melodía
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Unos ojos árticos
Pequeñas escenas venían a su mente.
"- Gracias por ayudarme. - agradeció una pequeña niña de cortos y rubios cabellos
-...De nada
- Cuál es tu nombre?
- Yuriy Ivan... "
— Qué fue eso? — susurró. Sin embargo, la imagen de un enorme unicornio la hizo salir de sus pensamientos, Oliver había invocado a su bestia bit, por lo que el japonés estaba en problemas, Unicolyon tenía mucho poder, al grado que alejo sin esfuerzo alguno la tormenta de Dragoon.
«Oliver! Oliver» - aclamaba el público observando como era cuestión de tiempo para que liquidaran al japonés
— Tyson! — exclaman dos integrantes de su equipo aproximándose al beyestadio.
«Llegó la caballería» pensó la ojiazul, percatándose que aquella acción había provocado un notorio cambio en los orbes del japonés.
— Vaya...— continuó la europea — le regresaron la confianza para no rendirse.
— Aún no estoy vencido Oliver!! — exclamó un muy decidido Tyson
— En realidad ya lo estas — espetó — no tienes control, ni estabilidad. Por qué no te rindes?! — advirtió el peliverde pero el azabache se negó. — Entonces terminaré con esto. — dijo serio — Acabalo Unicolyon! Te lo ordeno!
«Otra vez aquel trato.»
La ojiazul no pudo evitar presionar con fuerza sus puños, no le agradaba aquel cruel método de lucha, para ella las bestias bit eran espíritus sagrados que merecian ser tratados con respeto, no como una herramienta de poder, quizás aquella ideología era producto de su jerarquía familiar, pues al no pertenecer a la primera rama, aquella que encabezaría a la familia Tornatore, la presión y educación recibida era distinta, rebajándola a un segundo plano, por lo que su único apoyo en aquel entonces era Serenity, el espíritu sangrado del mar que le había sido heredado.
— Vamos Dragoon!
En un intento desesperado, el azabache se las arregló para colocar su blade sobre el del francés y atacarlo en un último intento de esquivar el cuerno de Unicolyon, esto provocó un gran choque de luz ocasionando que ambos blades salgan disparados del estadio.
La ojiazul no lo creía.
— Es...es un empate — dijo estupefacta.
Ante esto, el público presente comenzó a cuestionar el resultado, exclamando que Unicolyon debió haber ganado pero fueron silenciados bruscamente por el francés quien los observa con dureza.
— Gran pelea — admitió la ojiazul felicitando al japonés quien asintió para posteriormente dirigir su atención al peliverde.
— Fue un juego increíble — reconoció extendiendo su mano hacía Oliver quien lo observa con amabilidad
— Fue un juego magnífico — estrechó su mano — cualquiera que no acepte el resultado no conoce la belleza del beyblade.
Sin duda había sido un magnífico juego, el japonés no podía evitar elogiar al peliverde aduciendo que había aprendido mucho de él, sin duda esperaba verlo en las finales. Sin embargo, este negó aduciendo que no participaría en el campeonato mundial.
— No me interesa un campeonato por equipo - sentenció — además, aquí cada uno de nosotros ya es campeon mundial.
— A quiénes te refieres? — preguntó
— Se refiere a los 4 beyluchadores que representan Europa — explicó la europea señalando a su compañero — Oliver en Francia, Enrique en Italia, Johnny en Reino Unido y Robert en Alemania.
— Todos hemos dominado nuestra bestia bit, algunos incluso son mejores que yo. — señaló Oliver sorprendiendo al equipo asiático — El campeón de Italia es muy fuerte, deberías luchar contra él — sonríe — Te agradará, es muy simpático.
— Excéntrico sería una mejor definición - rebatió la rubia causando una sonriera divertida en el peliverde
— Enrique es su hermano mayor — aclaró al ver la confusión en el rostro de los presentes — al menos por dos minutos, son mellizos. Aprenderás mucho si lo desafias. — afirmó Oliver observando al de gorra — Aria puede ayudarlos a hablar con él.
— En serio? — preguntó con emoción el azabache, recibiendo un asentimiento por parte de la ojiazul, quien aduce que los vería en Italia para que enfrentaran a su hermano. Les daría la dirección de su hogar, por lo que los vería directamente en la mansión Tornatore, debido a que tenía una presentación pendiente, por desgracia no podía darse el lujo de llevar invitados. No obstante, prometía alcanzarlos de manera rápida, después de todo aún le debía una explicación al líder de su equipo.
— Dile a Kai que cumpliré mi palabra.
Continuará...