Después de la muerte de su querido mentor, Kurotatsu, el Emperador Demoníaco Oriental, Li Chen, se sumió en un período de profundo luto. Sin embargo, sabía que el mejor homenaje que podía rendir a su mentor era continuar su legado y convertirse en un líder aún más fuerte y sabio.
Li Chen se retiró a un lugar remoto en las montañas, lejos de las distracciones y las responsabilidades de su carga como emperador. Durante tres años, se entregó por completo al entrenamiento, buscando perfeccionar sus habilidades en el control del chakra y en las artes marciales.
Sus días comenzaban al amanecer y terminaban al anochecer. Practicaba movimientos de combate, meditaba para fortalecer su conexión con la energía espiritual, y exploraba los límites de su poder recién descubierto. A lo largo de estos años, Li Chen se sometió a un riguroso régimen de entrenamiento físico y espiritual.
Con cada día que pasaba, Li Chen se volvía más hábil y poderoso. Su control del chakra alcanzó niveles impresionantes, y su destreza en las artes marciales lo convirtió en un luchador formidable. Pero no solo se enfocó en el aspecto físico; también cultivó su sabiduría y comprensión del mundo.
Al final de los tres años de entrenamiento, Li Chen se había transformado por completo su ser. Había honrado la memoria de Kurotatsu no solo con su poder, sino también con su dedicación a proteger a su pueblo y promover la justicia en su reino. Ahora, estaba listo para enfrentar desafíos aún mayores y llevar a cabo la visión de un mundo en paz que él y su mentor habían compartido.