En algún momento, la actitud de Cato Cain hacia Ethan Smith cambió de sospecha a confianza pasiva.
Arriba en el cielo, esa gigantesca mano seguía cayendo desde el cielo.
La arena y las piedras infinitas fueron arrastradas por el viento feroz, y con su inmenso poder, parecía que el suelo se estaba derrumbando.
Y debajo del suelo estaba Ethan Smith.
—Cato, bro, tenemos que ayudarlo ahora. Si le pasa algo a Ethan, la señorita Taylor nunca nos perdonará —exclamó ansioso Miguel Pratt.
—Espera un poco más —negó con la cabeza Cato Cain, reteniendo a Miguel.
—¡Zumbido!
Finalmente, esa mano gigante golpeó brutalmente hacia abajo.
¡Una gran huella de palma apareció instantáneamente en el suelo!
—Se acabó —dijo Conrad Schroeder con indiferencia, con las manos cruzadas detrás de su espalda.
El silencio reinaba en la escena, y todos contuvieron la respiración, mirando en dirección a Ethan.
—Parece que realmente está muerto.