En este momento, Ethan Smith ya había regresado al Pico de la Matanza de Demonios.
Se sentó en la morada de la cueva de Frederick Cohen, aparentemente pensando en una estrategia.
—Esos tipos son solo un montón de viejos tercos. No hay forma de que nos ayuden —refunfuñó Frederick Cohen.
—Hermano, si de verdad no funciona, vayamos solos. ¿De qué tenemos miedo? —Frederick Cohen le dio una palmada en el hombro a Ethan Smith, hablando con indignación justa.
—No, no podemos movernos hasta que tengamos un plan perfectamente seguro —dijo Ethan Smith solemnemente.
—Entonces, ¿qué hacemos? —Frederick Cohen frunció el ceño.
—El Pico de la Matanza de Demonios no puede ser usado para venganzas personales, solo para la eliminación de malhechores. Podemos hacer uso de las reglas del Pico de la Matanza de Demonios para que ellos actúen —los ojos de Ethan Smith se estrecharon mientras decía.
—¿A qué te refieres? —preguntó con confusión Frederick Cohen, rascándose la cabeza.