Mirando la pequeña figura de Salena Carpenter, los dos Reyes Divinos no pudieron evitar intercambiar miradas.
—Parece que ha estado herida por un tiempo —dijo uno de los Reyes Divinos.
—Así es, debe ser la vieja herida que recurre —acordó el otro Rey Divino mientras asentía.
Posteriormente, los dos suspiraron:
—¿Quién lo hubiera pensado, que un poder tan aterrador esté oculto dentro de un cuerpo tan pequeño? La Provincia del Sur realmente es una tierra de personas notables y belleza extraordinaria.
—Está bien, es hora de que la dejemos ir.
Las expresiones de los dos se volvieron gélidas, y siguiendo el aura de Salena Carpenter, se lanzaron hacia la cumbre.
En la cima de la montaña.
Salena Carpenter, usando el último de sus fuerzas, se apresuró a entrar en la sala de cultivo.
Parada en la entrada, la sangre le brotaba como un grifo, y tambaleaba como si pudiera colapsar en cualquier momento.
Al ver esto, ¡las caras de Clay y Alfred Freeman cambiaron drásticamente!