La fragancia de las hierbas en la Ciudad Medicinal del Santo era increíblemente rica, haciendo que la gente se detuviera y olvidara irse.
Ethan Smith respiró profundamente este aroma, sintiéndose refrescado y rejuvenecido.
Alrededor de la Ciudad Medicinal del Santo había numerosos puestos de hierbas con deslumbrantes variedades de hierbas expuestas en ellos.
Ethan poseía el ojo divino desolado, lo que le permitía discernir fácilmente la edad de las hierbas de un vistazo.
Estas hierbas tenían casi todas más de diez mil años, mostrando que tales hierbas no se consideraban raras en la Región Sagrada.
Ethan frunció levemente el ceño, observando las hierbas y susurró: «Si incluso las hierbas en los puestos tienen diez mil años, ¿qué tipo de hierbas habrá en ese palacio?».
¡Inimaginable! ¡Allí podría haber hierbas de decenas de miles de años!