—¿Qué es exactamente esta cosa? —frunció el ceño ligeramente Ethan Smith.
No muy lejos, la gigantesca estatua fantasma de repente abrió un poco la boca.
De su amplia boca sangrienta, emanaba un hedor.
—Inframundo... ¡Región Santa!
Al oír el rugido de la estatua fantasma, uno tras otro esqueleto armado emergió del suelo.
Estos esqueletos eran como un ejército bien entrenado y formidable.
Llevaban armas antiguas en sus manos, marchaban en pasos ordenados, ¡y filas tras filas aparecían en la tierra!
—¿Qué... qué es esta cosa?
—Fantasma... ¿Estamos todos muertos?
—¡No quiero morir tan confusamente!
Todos comenzaron a entrar en pánico, y no era su culpa, pues la escena que los rodeaba era similar al Infierno de los Nueve Inframundos.
¡Lo más importante, el aura divina que emanaba de la estatua fantasma hacía temblar a las personas!
Aunque era una estatua fantasma, era muy similar a un dios.