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—¡Así es! —Pierce asintió y echó un vistazo al Rey Prisión Sagrado—. ¿Por qué? ¿Crees que no puedo permitírmelo?
—Realmente no puedes permitírtelo —dijo indiferentemente el Rey Prisión Sagrado—. Y no es que tú no puedas, ni siquiera toda la Corporación Patek Philippe puede permitírselo.
—Pfff…
—Pierce de inmediato soltó una carcajada—. ¿Niño, estás bromeando?
—¡El valor de mercado de la Corporación Patek Philippe es de cientos de miles de millones de dólares! ¡Es la marca de relojes número uno en el mundo!
—¿Podría ser que no podamos permitirnos tu ruinoso negocio? —preguntó.
—Jefe, ¿le habrá pillado una puerta el cerebro a este tipo? —se rió sarcásticamente Tellian—. ¡Realmente dijo que no podrías permitirte su tienda y hasta se atrevió a decir que toda la Corporación Patek Philippe no podría!
—Pienso que este niño es un lunático —añadió—. ¡Realmente trata su pésima tienda como un tesoro!