—Emperatriz de Hielo, ¿qué tal mi habilidad con el hielo? —preguntó Yang Luo con indiferencia.
La Emperatriz de Hielo miró a Yang Luo atónita, sus hermosos ojos llenos de sorpresa.
Ella podía sentir que el poder del hielo que emanaba Yang Luo era incontables veces más fuerte que el suyo.
¿Por qué era tan fuerte el poder del hielo en el cuerpo de este chico?!
—¡Jovencito, no te pongas tan engreído! —rugió el Emperador de las Llamas.
El Emperador de las Llamas rugió y blandió el Sable Divino de la Llama como loco!
¡Zumbido! ¡Zumbido! ¡Zumbido!
¡Sables llameantes carmesíes rasgaron el cielo y atacaron a Yang Luo con olas ardientes!
¡Cuando él blandió el Sable Divino de la Llama!
¡De repente agitó su mano izquierda!
—¡Cortina Llama Divina! —exclamó.
¡Las llamas en el cielo se alzaron como una cortina de llama que cubría todo el gimnasio y se abalanzaba sobre Yang Luo!
—¡Una montaña de cadáveres y un mar de sangre! —rugió el Emperador Cadáver al descender del cielo.
