La mañana siguiente.
Monte Longhu.
En un templo daoísta.
Yang Luo, Xu Ying, Bujie, Prajna y Lin Wenxuan estaban desayunando con Zhang Zhilin.
El Maestro Xuanku había regresado hace tiempo a Shaolin y dijo que quería ayudar a Yang Luo a encontrar una solución.
Zhang Zhilin dijo:
—Pequeño Luo, después del desayuno, te enviaré de vuelta a Ciudad Jiang.
Yang Luo movió su mano y dijo:
—Maestro, no hay necesidad de tomarse tantas molestias. Podemos volver por nuestra cuenta.
—Pequeño Luo, tus heridas acaban de sanar, y no puedes usar tu Verdadero Qi ni energía —dijo Zhang Zhilin—. Me preocupa que tus enemigos aprovechen la oportunidad para buscarte problemas. Por lo tanto, permíteme enviarte de vuelta.
Zhang Zhilin levantó la mano y dijo:
—Entonces queda decidido. No te rehuses.
—Está bien... —Yang Luo asintió y no rechazó las buenas intenciones de Zhang Zhilin.
Después del desayuno...
