—No, gracias.
—Todavía tengo que lidiar con muchas cosas en la sede. Tengo que volver corriendo para ocuparme de ellas —dijo Xiang Kunlun.
—Qué lástima. Planeaba tomar otra buena copa contigo, Hermano Xiang —suspiró Yang Luo.
—Así es. No bebí contigo anoche. Pensé que podría tener una buena bebida contigo hoy, pero no esperaba que tuvieras que irte —dijo Bujie también.
—Amigos, podemos beber en cualquier momento. No tienen que estar tristes porque no podemos hacerlo en este momento. ¡Cuando tengamos tiempo después, bebamos hasta embriagarnos otra vez! —rió Xiang Kunlun.
—¡De acuerdo! —asintieron Yang Luo y los otros tres en señal de acuerdo.
—Hermano Xiang, esta vez hicimos un escándalo en la Alianza Marcial del País del Elefante. ¿No ocurrirá nada, verdad? —preguntó Xu Ying.
—Hermano Xu, todos estábamos pensando en cómo celebrar, pero no esperábamos que tú tuvieras previsto y pensar en lo que sucederá después. No está mal, no está mal —dijo Xiang Kunlun con admiración.
