Después de destruir el muro de aire, las 36 dagas doradas siguieron disparando hacia Xia Zhiyuan sin ninguna obstrucción.
—¡Imposible! ¡Esto es imposible!
Xia Zhiyuan gritó en shock y siguió esquivando, queriendo evitar los ataques de estas treinta y seis dagas doradas. No obstante, sin importar donde se escondía, las treinta y seis dagas voladoras le perseguían como si fueran gusanos en sus huesos, inseparables.
—¡Ugh!
Xia Zhiyuan no estaba prestando atención y su brazo fue cortado. La sangre comenzó a salir.
—¡AARGH!
Antes de que pudiera reaccionar, su muslo también fue cortado, y la sangre brotaba a borbotones. En este momento, Xia Zhiyuan esquivaba frenéticamente, pero las heridas en su cuerpo aumentaban. Era tan doloroso que gritaba repetidamente. ¡Gao Zhenhu y los demás estaban desesperados!