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Ye Chen se volvió hacia la fuente de la voz y se dio cuenta de que era el hombre de la túnica negra.
Todos miraron al hombre de la túnica negra.
Si no fuera por la voz de hace un momento, incluso habrían olvidado que él existía.
En aquel entonces, la esencia de sangre del hombre de la túnica negra indicaba que era un genio sin igual y les había dejado una profunda impresión. Sin embargo, después de eso, parecía haber desaparecido.
Ye Chen entrecerró los ojos y no habló. ¿Cómo podría entregar la Armadura Divina Cósmica?
El alma del Dragón Dorado de Nueve Garras ya se había fusionado con su dantian. Si quisiera entregar al Dragón Dorado de Nueve Garras, tendría que mutilar su cultivación.
Además, había obtenido la Armadura Divina Cósmica y la providencia del mundo por su propio esfuerzo.
Si otros quisieran echar mano a sus cosas, ¡tendrían que matarlo!
—¿Y si no la entrego? —Ye Chen habló directamente.
