De repente, el viento y las nubes cambiaron, y un dedo completamente negro descendió de golpe.
El hombre lo intentó con todas sus fuerzas, pero aún así perdió.
¡Weng!
Ye Chen abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía en el mismo lugar. El Dios de la Guerra lo observaba en silencio.
—Los Seis Caminos se han derrumbado. Necesitas crecer lo antes posible y reconstruir el orden de los Seis Caminos. El asunto de la línea de sangre de reencarnación no debe ser expuesto. De lo contrario, morirás. Solo superando a esa persona tendrás una oportunidad de sobrevivir.
—Los Seis Caminos del Continente Lingwu ahora están bajo el control del Reino Divino.
—No tienes las calificaciones para resistirlos.
Ye Chen quedó atónito. Dudó unos segundos antes de preguntar:
—¿Quién es exactamente ese hombre?
El Dios de la Guerra miró a Ye Chen con calma.
—Una existencia que alguna vez estuvo por encima del Reino Divino.