El haz de espada en forma de media luna trituró las extremidades de algunas bestias demoníacas. Sin embargo, estas bestias demoníacas no sentían dolor alguno. Aunque no podían moverse, seguían rugiendo.
Aquellos que podían moverse se apresuraban desde todas direcciones. Ji Lin resopló fríamente y movió su mano, liberando el gas venenoso de su cuerpo.
Incluso el Dao Celestial no podía tolerar la existencia del Cuerpo de Veneno Innato, así que uno podía imaginar lo aterradora que era su fuerza.
Para Ji Lin, luchar por encima de su nivel no le presionaba en absoluto. Era inusualmente fácil.
Los dos continuaron limpiando a las bestias demoníacas, pero la velocidad de Ye Chen no era tan rápida como la de Ji Lin.
Contra grupos grandes de enemigos, el veneno era la mejor manera de infligir daño. Ye Chen se concentraba en restringir a las bestias demoníacas poderosas y dejaba las bestias demoníacas del reino de Integración Dao a Ji Lin.
