Nadie estaba de pie detrás del joven.
—¿Era este tipo un demonio?!
Una premonición de muerte se extendió por toda la habitación y, por un momento, nadie pronunció una palabra.
Después de un tiempo desconocido, los pasos del joven se detuvieron. Uno de los discípulos de Qiao Zhenghu finalmente volvió en sí y se lanzó hacia adelante. Sacó el sable de su cintura y canalizó un estallido de qi, ¡cortándolo hacia el cuello de Ye Chen!
Si el golpe de sable conectaba, ¡no había oportunidad de sobrevivir!
—¿Quién te dio tanta confianza? —La voz tranquila de Ye Chen resonó en la habitación—. Al siguiente segundo, dio un paso atrás antes de alcanzar y agarrar la muñeca de la otra persona.
El discípulo de Qiao Zhenghu tampoco era alguien con quien tratar. Dio un paso hacia adelante y torció su cuerpo en un ángulo de noventa grados. Saltó al aire y golpeó con el pie sobre el hombro de Ye Chen!
—¡Muere!
