Ye Chen echó un vistazo a los pocos hombres fornidos y a la chica joven. Parecía que se había encontrado con una banda de ladrones.
Sin embargo, habían elegido el objetivo equivocado.
Los hombres blandían espadas brillantes en sus manos, pero justo cuando estaban a punto de hablar, Ye Chen dio un paso adelante, y su aura se desplegó, generando una poderosa onda de choque de aire que los lanzó contra las paredes de los edificios circundantes.
Cayeron al suelo, sangrando e inconscientes.
Nadie sabía si estaban muertos o vivos. La chica se quedó atónita por lo sucedido.
Ye Chen la ignoró. Estas personas eran sólo hormigas que no valían su tiempo. Luego, aprovechó la oscuridad para entrar en el antiguo palacio.
No había muchos guardias, ya que nadie se atrevería a atacar este lugar en circunstancias normales. Algunos de los guardias notaron que Ye Chen entraba, pero cuando se acercaron a interrogarlo, Ye Chen levantó la mano.