La cara de Chu Shuran estaba pálida. El Anciano Jin era el más fuerte de los tres expertos que la acompañaban.
Dos de ellos habían muerto, y el último se había sometido. ¡Todo había acabado!
Su respiración parecía haberse detenido mientras daba involuntariamente un paso atrás. Sin embargo, olvidó que llevaba tacones altos y se torció el tobillo, cayendo al suelo.
Mientras esto sucedía, Ye Chen se acercó al Anciano Jin. Lo miró desde arriba y dijo con calma:
—¿Quieres que te perdone?
La espalda del Anciano Jin estaba empapada en sudor, y asintió con fuerza.
—Estoy clasificado en el puesto 307 en las clasificaciones de gran maestro de Huaxia. Estoy dispuesto a trabajar para el Sr. Ye y a ayudarte a lidiar con Tang Ao.
Creía que Ye Chen lo consideraría por unos segundos, pero no esperaba la inmediata y fría respuesta:
—¡No eres digno! ¡Muere!
¡Bang!
¡La pierna derecha de Ye Chen golpeó el pecho del Anciano Jin!