Si él fuera el único capturado, no bajaría la cabeza ante los demonios incluso si tuviera que arriesgar su vida. Sin embargo, no era el único aquí.
Sus amigos también estaban aquí, y por ellos, ¡estaba dispuesto a ser humillado!
Al mismo tiempo, Xu Huan y Ye Chen también corrían hacia el altar en el bosque.
—Instructor Xu, ¿sabe qué está sellado en el altar de este bosque? —preguntó Ye Chen a Xu Huan por el camino.
Xu Huan negó con la cabeza. —Ha pasado mucho tiempo. Además, no hay registros detallados, así que tampoco estoy seguro.
—Sin embargo, parece tener alguna conexión con la raza de demonios…
Cuando Ye Chen escuchó eso, no pudo evitar pensar en las palabras del Emperador Demonio cuando dejó el territorio de la Familia Chu en aquel entonces.
¿Podría esta ser una oportunidad?
Pronto, los dos llegaron frente a la cueva.
Tan pronto como llegaron fuera de la cueva, Ye Chen y Xu Huan se miraron y vieron el extraño brillo en los ojos del otro.
