—Bajo la atenta mirada de todos, las manos de Ye Chen finalmente tocaron la Puerta Lunar —comentó el narrador.
Al sentir el peso de la hermosa puerta de cristal que hizo retroceder a innumerables genios, una sonrisa tenue apareció en el rostro de Ye Chen.
—¿Qué sentía él? —se preguntaron todos en susurros.
—¡Era ligera! —exclamó Ye Chen con sorpresa.
—¡Demasiado ligera! —añadió.
—¡De hecho, era como una puerta de madera común y corriente! ¡No le generaba ninguna presión en absoluto! —afirmó.
En ese momento, el corazón de todos saltó hasta la garganta. Se preguntaban si Ye Chen podría empujar y abrir la Puerta Lunar.
Después de todo, aunque algunas personas habían sido testigos de cómo Ye Chen derrotó a Zhao Liang, esa batalla fue muy extraña y terminó demasiado rápido. No podían hacer un juicio preciso de la fuerza de Ye Chen.